Diariamente escuchamos en el discurso de la calle, sobre el problema de la marginalidad, la violencia social y la delincuencia, que “a los delincuentes hay que matarlos ni bien nacen porque son irrecuperables”, o bien que “hay que esterilizar a las mujeres que se llenan de hijos en condiciones de precariedad, porque después esos hijos se hacen delincuentes”.