El Dr. Sócrates hace en la cancha lo que quiere. Ensaya tacos, pases en profundidad, sombreros, es una galera de magia incesante, de color, de fiesta y de alegría. Es 1982 y este jugador brasileño, en su aspecto físico el menos jugador de todos, se revela como un líder dentro y fuera de la cancha de juego. Porque el Dr. Sócrates, que nada tiene que ver con el filósofo griego, aunque de él haya aprendido su amor al saber y su ejercicio de reflexión crítica en un país hastiado de las dictaduras militares, milita por la recuperación democrática de su país.