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Por Yanina Lofvall

Abel Basti, es autor del libro “Los pasos de Hitler en Argentina”, libro que ya está a la venta y fue editado por la editorial Planeta. Esta obra según el autor declaró a “El Tranvía” es “una obra que reúne un conjunto de pruebas -testigos, documentos, fotos y testimonios- recolectadas en los últimos 20 años, que permiten demostrar que Hitler vivió en Argentina, y que en consecuencia su suicidio, en el búnker de Berlín, es una farsa. Una farsa para poner un punto final a la historia de Hitler y del nazismo en general”.

   En un libro anterior Basti aborda parte de su investigación demostrando que Hitler no se suicidó. «El exilio del Hitler » es un trabajo de investigación tras los pasos de Adolf Hitler, desde sus últimos días en el búnker de Berlín hasta su llegada a Argentina en 1945. El libro presenta documentación inédita que demuestra que existió un plan de fuga, preparado por los nazis, así como un acuerdo militar entre los alemanes y los norteamericanos, realizado antes que cayera Berlín en manos de las tropas soviéticas. Mediante ese pacto se posibilitó el escape de jerarcas alemanes incluyendo al Führer y su esposa, Eva Braun. La investigación -que sorprende por su contundencia- incluye testimonios europeos y argentinos. Esta obra es complementaria de «Hitler en Argentina», del mismo autor.

   La sombra del nazismo es un hecho en el sur de nuestro país y más específicamente en ciudades como Bariloche, de hecho ha sido tema de abordajes en recientes producciones cinematográficas. Pero Abel Basti, periodista e historiador ha asumido todos los riesgos que implica publicar una investigación de semejante controversia que cambaría sin duda el análisis de los hechos más trágicos de la histora resiente y abriría la puerta a asumir diversas complicidades.

   Según la historia oficial Hitler murió el 30 de abril de 1945, según “Tras los pasos de Hitler”  falleció el 5 de febrero de 1971.

   La llegada de cientos de nazis a nuestro país es un hecho y existen pruebas inobjetables de este suceso. El autor del libro y periodista explica su teoría en “El cronista” reafirmando que  “Inclusive algunos, como Adolf Eichmann, Erich Priebke o Josef Schwammberger, fueron capturados en territorio argentino. Otros pudieron escapar, seguramente con la complicidad oficial, por caso Roschmann, el Carnicero de Riga?, que ?huyó? nada menos que de la central de la Policía Federal, en Buenos Aires, luego de ser capturado y trasladado a esa dependencia”.

    El historiador interpela al lector con un hecho simple, digno de análisis: ¿Si ellos pudieron fugar de Alemania al terminar la guerra, e inclusive vivir varios años sin problemas algunos nunca fueron capturados como el doctor Muerte,  Heribert Heim o su colega Jospeh Mengele,  por qué razón no lo podría haber hecho Hitler que gozaba de más poder y mayores recursos?
Parte de los argumentos que utiliza Basti es una cita durante la conferencia de Potsdam, en julio de 1945, “Joseph Stalin, el jefe soviético, personalmente le dijo al presidente norteamericano Truman y a su Secretario de Estado, James Byrnes, que el jefe nazi estaba prófugo. Byrnes escribió en sus memorias: ?    En la conferencia de Potsdam Stalin dejó su silla, se acercó a mí e hizo tintinear su copa de licor con la mía amistosamente, yo le dije: Mariscal Stalin, ¿cuál es su teoría sobre la muerte de Hitler? Stalin respondió: No está muerto. Escapó o bien a España o a la Argentina”.

  El libro Tras los pasos de Hitler–según adelanta su autor- “presenta datos sobre el destino de su cadáver que hoy estaría resguardado en una cripta subterránea en Paraguay, un país que fue refugio de nazis, especialmente de aquellos que, tras haber vivido casi diez años en Argentina, optaron por buscar tranquilidad en esa nación cuando el gobierno de Juan Domingo Perón cayó derrocado en 1955. De acuerdo a la investigación, especialmente por el aporte de un militar brasilero, el Führer murió en el verano de 1971. Este testigo asegura haber estado en la cripta de Hitler”.

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Repercusiones del libro de Abel Basti en Italia.

   En la obra  cita que en la CIA consta una foto de Hitler en los años cincuenta en Colombia. Y según testimonia John Walsh,  agente del FBI,  “los agentes del FBI armaron un patrón de los posibles movimientos de Hitler, basados en informes brindados por quienes creyeron haberlo visto. La información del exterior de la Argentina era suministrada desde Washington hacia Buenos Aires por el sistema de radiogramas del FBI. Todos los mensajes recibidos eran sujetos a revisión por el equipo de enviados”.

   El libro pone en  jaque a la versión tradicional que según Basti  “intentó, con gran éxito durante más de medio siglo, poner un punto final a la vida del Führer y consecuentemente al nazismo a nivel internacional. Con ese objetivo se demuestra la importancia que tuvo para los nazis la República Argentina, y en particular la Patagonia, así como los vínculos existentes entre sectores de poder de ambas naciones. Los nazis, antes y durante la guerra, tuvieron una gran actividad en el país y pensaron en usar esa región austral ?donde varias empresas alemanas actuaban de soporte?como refugio para la máxima jerarquía en caso de que Alemania perdiera la guerra. Al respecto, debe destacarse que en 1943 el almirante Döenitz, el jefe de la poderosa armada nazi, había dicho: La flota alemana de submarinos se siente orgullosa de haber construido para el Führer, en otra parte del mundo, un Shangri-La (paraíso), una fortaleza inexpugnable donde él (Hitler) estaría totalmente a salvo de sus enemigos.

  Un año después Doenitz, durante una ceremonia ante cadetes navales en Kiel, expresó estas sugestivas palabras que reiteraron el concepto anterior, respecto a una eventual evacuación del Führer: La Marina alemana conoce todos los escondites para que la Marina lleve al Führer si fuera necesario. Allí él puede preparar sus últimas medidas en total tranquilidad”.

    Otro dato interesante  es que el libro describe como en 1997 el Centro Simon Wiesenthal pidió “formalmente al gobierno argentino que investigara los movimientos bancarios y las transferencias realizadas desde Alemania y Suiza a Buenos Aires, efectuadas por más de trescientos jerarcas, empresarios, industriales, y mujeres del régimen nazi. En la carta dirigida al entonces presidente Carlos Menem y a quien se desempeñaba como titular del Banco Central, Pedro Pou se solicitaba formalmente al gobierno argentino que inicie una investigación en los archivos y registros correspondientes, para establecer si alguna de las 334 personas, cuyos nombres figuran en una lista adjunta, abrió u operó alguna cuenta bancaria en el país desde 1938 en adelante?. En el listado figuraban, entre otros, los nombres de Adolf Hitler, Eva Braun y Martin Bormann”.

     Una investigación de más de 20 años, digna de leer y analizar que abre nuevos interrogantes y que ha tenido repercusiones internacionales (http://www.barilochenazi.com.ar)

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