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Walter Barboza

De origen Croata, de andar tranquilo, de hablar pausado, cara rosada y barba tupida. Juanjo Bajcic se fue repentinamente, sin tiempo para los abrazos fraternos o los saludos cálidos. Se fue sin avisar,  sin dar señales. Tal vez porque no quería preocupar  a los suyos en demasía. O bien porque la vida es eso: un repentino y sorpresivo devenir del tiempo.

Con Juanjo, lo decíamos en la editorial de la Revista El Tranvía, se va parte de una época: la de la recuperación democrática y la vuelta a la militancia política y barrial, la de la necesidad de disputar poder para construir una sociedad más justa, más equitativa, la de superar las contradicciones propias de la primera etapa de la democracia berissense, la de la renovación generacional dentro del peronismo.

Fue concejal, presidente del cuerpo y de su bloque, Secretario de Obras y Servicios Públicos en el distrito de Berisso, promotor de espacios de discusión y debate vecinal. No le temía ni le huía a la discusión, por el contrario era un gusto en la conversación con él, encontrar diferencias y coincidencias respecto de la historia y la política.

Este cronista tiene cientos de anécdotas que los ilustran en cuerpo y alma. Una vez en un programa de radio, y ya fuera de micrófono, y en el marco de un diálogo informal cuando la crisis de 2001 comenzaba a superarse en el año 2003, lo escuché hablar de su familia. Lo vi conmovido cundo se refería a sus hijos, a su esposa,  a los que, evidentemente, admiraba con pasión y respeto. Y nos reíamos de la situación porque ese hombre delgado, alto y con cara de vikingo, era más sensible a las cuestiones humanas de lo que muchos podían imaginar. Es decir necesario para la construcción de una sociedad fraterna y solidaria.

Pilotear en las contradicciones propias del peronismo, y de las etapas más duras de la historia argentina como por ejemplo la crisis de 2001, no fue fácil. Y sin embargo Juanjo estuvo ahí, sin la ambición de convertirse en un piloto de tormentas, con su sola presencia y aportando ideas y trabajo. ¡Había que andar por la calle en esa etapa! No era sencillo para alguien que se dedicaba a la tarea política.

Seguramente se fue dejando un sabor amargo y la sensación de la tarea inconclusa. Y no por el desarrollo de la obra pública, sino por su imposibilidad de haber podido avanzar en la construcción de una ciudad mejor a partir del aprovechamiento de la matriz cultural, política y social de la comuna. Es una tarea pendiente que, con certeza, retomarán los militantes populares que lo acompañaron en estos últimos años.

Bueno Juanjo. ¡Hasta siempre! Nada, sólo eso. Te despido en lo personal con un abrazo. Nos quedó pendiente un café, una charla, una conversación por afuera de las formalidades de nuestros trabajos. Nos acercó la política, la buena música, la buena literatura, rasgos que te distinguían por arriba de otros como una cualidad que te afirmaba sin negar al resto. En Berisso las generaciones que vienen formándose al calor del proceso político que atraviesa al país, valorarán tu trabajo, tu perspectiva, los aportes para la construcción de una sociedad más justa, libre y soberana.

 

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