Se trata de una Argentina que se hace visible con la asunción de la Reina Máxima, porque ella condensa todos los atributos de la Argentina que no fue: la Argentina europea, blanca y occidental, la de modos refinados, bilingüe. El puente que una porción importante de nuestro país necesitaba para afirmarse como perteneciente a una casta que la distingue del resto de América Latina y que niega la autenticidad de los sectores populares.