No voy a escribir una contratapa sobre la muerte – o la vida, o el tembladeral que deja, o el legado político – de Hugo Chávez. Hay 22 páginas de Miradas al Sur que, mañana (desde cuando escribo, pero “hoy” para el lector) se ocuparán de eso. Y que, a esta hora, están afortunadamente todas escritas, editadas, plantadas y corregidas. Si no fuera así, en lugar de un cierre lo que ahora ocurriría en la redacción sería un entierro. Y no el de Chávez.