No nos parecen incompatibles ambas funciones pero parece que para el Nobel, esta es casi una dicotomía, aseverando que «Muchos talentos literarios han naufragado por confundir esas fronteras».
El 29 de enero de 2010, el Diario El Tiempo de Colombia le realizaba una entrevista a Mario Vargas Llosa, a través de la periodista María Isabel Rueda. Nos parece importante reproducir algunas partes de dicha entrevista no en cuanto a las opiniones estrictamente políticas, las cuales fueron abundantes. Vale mencionar que El Tiempo titulo la nota como “De Chávez se puede esperar cualquier cosa”, cosa que indica bastante claro el tono de la misma, pero lo que vamos a reproducir es principalmente sobre la visión de Vargas Llosa con respecto a la relación entre política y literatura, para mostrarnos que casi casi “por la boca el pez muere”.
MIR: En esta entrevista le voy a hablar solamente de política. ¿Tengo su permiso?
MVLl: ¡Qué remedio! Ya estoy acostumbrado, porque a los escritores les hacen más preguntas políticas que literarias.
MIR: Pero lo hago con confianza, porque particularmente usted ha dicho siempre que un escritor no puede abstenerse de interesarse y participar en el debate de los problemas cívicos y políticos de su entorno…
MVLl: Si no, no tiene derecho de abrir la boca para protestar, para quejarse. Al mismo tiempo creo que hay un riesgo de que el escritor se involucre mucho en política y se eclipsen las fronteras entre lo que es el trabajo literario y la acción cívica. Muchos talentos literarios han naufragado por confundir esas fronteras.
MIR: Y también viceversa…
MVLl: Desde luego. Pero esta reflexión es importante en estas épocas en las que sobre todo entre los escritores jóvenes hay un gran desprecio hacia la política, porque piensan que para mantener su categoría, su independencia, deben darle la espalda a la política.
MIR: Hace 20 años usted fue candidato presidencial en el Perú. ¿Hoy está retirado de la política activa?
MVLl: Estoy retirado de la política profesional. Yo no soy candidato a nada. Pero no estoy retirado de la participación política como escritor. Escribo sobre política, opino, eso lo he hecho siempre. Y bueno. Nací como escritor en una época en la que era impensable que un escritor le diera la espalda a la política. En los años 50, cuando yo comencé a escribir, estaban de moda las ideas de los existencialistas franceses. Camus, Sartre… Y con la literatura uno podía influir en la historia. Me acuerdo siempre de lo que decía Sartre: “Las palabras son actos”. Escribiendo, uno puede hacer una marca en su tiempo para la historia. El escritor no debe vivir como si estuviera fuera de la historia, del tiempo. Va defendiendo aquello en lo que cree, criticando lo que le parece criticable, entonces yo nací con la idea de que con la literatura se podía cambiar la realidad, se podía modificar la vida, y esas ideas hoy en día parecen ingenuas. Pero yo no creo que la literatura sea gratuita. La literatura deja de todas maneras un sedimento que influye en la historia. Hay un tipo de literatura que refleja esa convicción y creo que yo la he practicado toda mi vida y voy a seguir practicándola.