Una antropología mínima del PRO

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Mil flores deben florecer para que las malas hierbas sean vistas como perjudiciales, sino seguirán haciendo daño sin percatarnos de ello.

Tal vez el triunfo electoral del PRO en la CABA, a pesar de tener que someterse a una segunda vuelta el próximo 31 de julio, pero donde nadie podría aventurarse a decir que Mauricio Macri no vaya a ser reelecto, debiera ser analizado no solamente desde lo político en sentido estricto, sino principalmente desde lo ideológico cultural, que es donde fundamentalmente el partido amarillo cuenta con la adhesión mostrada en las urnas, y que consideramos que va más allá de las fronteras propias de la General Paz.Entonces uno se pregunta: ¿Qué es el PRO? ¿Cuál es la propuesta que esboza para que haya una masa importante de electores que la aprueben? Si bien es la sigla o abreviatura de Propuesta Republicana, se instaló de entrada como sólo PRO, y esto ya fue obra de un publicista, e intenta expresar un término que proviene del ámbito de los negocios, para expresar especialización, pertinencia o dominio sobre ciertos asuntos, utilizándose la abreviatura «pro» para indicar que un producto o una actividad ha sido realizado profesionalmente. A su vez muchas marcas internacionales anteponen “pro” a productos anteriores, para mostrar una novedad.Lo cierto es que PRO, es el partido político de un empresario y ex presidente de Boca Juniors, que adviene a la política, sin contar ni con formación ni militancia anteriores, y con una línea que raya con la antipolítico. PRO es un agrupamiento de empresarios y profesionales supuestamente exitosos, portadores de una superficialidad frívola, que no los diferencia mucho de la gran cantidad de personajes televisivos, que invaden la vida cotidiana, y que son proclives a la búsqueda incesante de los placeres mundanos. Tal vez PRO no sea muy diferente de la casa de Gran Hermano, y sus integrantes cómodamente pudieran ser parte de cualquier reality show. Decir todo esto, parte de una mirada crítica que evidentemente no es la de las mayorías, que en gran parte desearían ser parte de un ghetto como PRO, y acariciar todos los beneficios que ello conlleva. Con esto no se intenta establecer una visión peyorativa, sino principalmente realista de algo existente, que sino se reconoce como tal, es muy difícil de transformar. Hoy hay una nueva impronta en la política, pero que no es suficiente como para torcer el desmadre que produjo el neoliberalismo en los noventa, y que aún se sostiene como inercia, y que más allá de la Ciudad de Buenos Aires, como ideología y cultura atraviesa a todos los estamentos de la sociedad argentina, e incluso a distintas fuerzas políticas. Repolitizar o profundizar el proceso de repolitización, implica necesariamente un combate cultural que ya está en marcha, pero que exige nuevas variables de operatividad, que superen las fronteras de la actual militancia comprometida, y que puedan incidir en el conjunto de la sociedad.

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