Historias mínimas, o la de la gente común y corriente, que opta por pasar el verano en la Argentina. Eligen lugares por tradición, o quizás porque parte de sus vidas quedaron ancladas en algún sitio del que hicieron un lugar en el mundo. Es el caso de Sofía Troncosa, que desde hace sesenta años veranea en San Bernardo, Partido de la Costa, un sitio que vio crecer y desarrollares en tiempos en que la apuesta empresarial estaba dirigida a promover fuertemente el turismo local. Pautas culturales orientadas a fijar como punto de referencia un lugar para que las generaciones futuras hicieran de esos espacios de recreación el lugar de las tradiciones familiares. Familias enteras, que en tiempos del estado de bienestar, lograron acceder a los sitios de veraneo que en sus orígenes solo accedían las elites del poder económico. Así es la breve historia de Sofía, que nuestra compañera de trabajo, Yamila Lofvall, rescata entre el gentío que a pesar de los años no reniega de sus lugares y tradiciones, independientemente de que muchos de sus compañeros ya no están.