Una de las falacias más corrientes es asegurar que no hay algo mejor que otra cosa. Los escépticos se han encargado de popularizar esta opinión. Aseguran que no hay una forma de gobernar mejor que otra, por ejemplo, cayendo de esta manera en una contradicción en la mismísima intención del enunciado: “no hay una forma mejor que otra y esta es la mejor de las opiniones (la mía)”. No podemos engañar a la razón y quitarle el aspecto activo del juicio. Este es un legado de algunos pensadores modernos, aún difícil de desacreditar. Para Kant a medida que conocemos, distinguimos por medio del juicio que es nuestra facultad. Al distinguir estamos imponiendo condiciones.