La asunción del Gobernador bonaerense Daniel Scioli, en su segundo mandato marcó un síntoma, al cual no se lo puede callar, y que a su vez es necesario dilucidar, si de lo que se trata es que en los cuatro años que se inician, se pretende que el modelo impulsado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se haga carne en el primordial estado bonaerense.
Scioli reasumió con un fantasma que lo persigue, y que es el de la inseguridad. Cuando este flagelo todos los medios canallas, lo aplicaban para hacer propaganda en contra del gobierno nacional, ahora desde la creación de la cartera de seguridad, liderada por Nilda Garré, el gobierno nacional tiene mucho más claro por donde se resuelve el problema, aunque en el lugar más golpeado por ello, aún no se tenga la decisión de abordarlo como se debiera. El ministro Casal tiene una política muy diferente a la de Nación, y esto será algo que tienda a una convivencia inestable, mucho más cuando a esto se suma la represión efectuada por efectivos de la bonaerense a militantes kirchneristas el pasado lunes en la Legislatura provincial.
Seis uniformados fueron separados del cargo tras los hechos, y esto produjo un acuartelamiento en el Departamento de Policía, que concitó adhesión de muchos otros miembros de la fuerza, que a su vez aprovecharon para realizar otras demandas sectoriales.
Uno de los oficiales separados del cargo manifestó que ellos recibieron la orden de impedir sí o sí el paso de los militantes, a los palcos de la legislatura, y que no fue una acción que saliera de ellos mismos. El ministro Casal, de todo esto dice no saber nada, mientras que sectores kirchneristas alineados al vicegobernador Gabriel Mariotto afirmaron que la policía, no se hubiera jugado haciendo esto, si no hubiera habido una orden, y mucho menos hubiera concitado la solidaridad de otros efectivos para el acuartelamiento. Por otro lado la presencia de fuerzas antimotín en la asunción de un gobernante se contradice notablemente con una fiesta de la democracia. En todo esto hay elementos que necesariamente se debieran esclarecer, si en verdad, se trata de lograr sintonía fina en la provincia, mientras la sintonía gruesa que implica el crimen organizado sigue dando vueltas, sin que la principal fuerza armada del país, la bonaerense pueda subordinarse al control político de las autoridades elegidas democráticamente, y mucho menos hacer blanco en el delito. Sin dudas una deuda pendiente de la democracia.