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Por Antonio Nicolau 

En la ética aristotélica la “sophía” (el saber por el saber mismo, deleite intelectual) se diferencia de la ‘phronesis’. Esta última, una especie de virtud sapiencial de orden práctico, prudencial, una condición cualitativa del pensar sobre el por qué y el cómo intervenir para trasformar la realidad. La orientación: hacia un “mejor vivir”, como advierte Álvaro García Linera en sus reflexiones.

No suele ser una virtud muy frecuente en la vida social, tampoco en la vida política.

En principio, porque un pensamiento ordenado prudentemente hacia el ‘mejor vivir’ estaría cuestionando las bases del significado de la existencia. El ‘mejor vivir’ se lleva mejor con estructuras del pensamiento antitéticas a la lógica capitalista dominante. Pero ¿qué es ‘mejor vivir’? ¿Cuál es su sentido? ¿Es la oferta de la insaciabilidad capitalista del progreso hasta el paroxismo? ¿Es la dependencia endémica al consumo? ¿Es ganar más dinero? ¿Cuánto más? ¿Es gratis la riqueza? ¿Qué es, en definitiva, el bien-estar?

Políticamente pueden resultar útiles estas preguntas (sin desconocer su costado ingenuo) para otorgar sentido a decisiones, programas y propuestas que realmente conlleven en la identidad política una orientación hacia una vida mejor. En el fondo, la política trata de eso… o al menos debería.

¿Qué pensamientos dominan los escenarios políticos de hoy? ¿Cuál es su orientación? ¿Qué sentidos se le otorgan a las decisiones programáticas?

El pensamiento pragmático (pensamiento dominante en el ámbito de la política) suele tener miradas estrechas asistidas por el síndrome de la inmediatez. En el pragmatismo suele prevalecer cierto aire triunfalista. El poder (a secas, sin entrar en definiciones sobre él) es encantador y – consecuentemente – seduce, a veces, como las sirenas de Odiseo.

En concordancia con Zizeck, resulta ineludible no solo trabajar por el bien común (una definición un tanto liberal de la política) sino en asumir la responsabilidad ética de fijar con franqueza cuál es ese bien que aspiramos para todos.

En un mundo hegemonizado por el ‘progreso’ material, el desarrollo industrial y el avance tecnológico, de la mano del capitalismo, no hay modo de eludir la responsabilidad ético-política de precisar qué es el bien y cómo ello se traduce en un mejor vivir, si es que aún, como humanidad, pretendemos seguir poniendo los pies sobre esta Tierra.

La ‘phronesis’ es una forma de pensar crítica. Nos impone trabajar por la transformación de una sociedad que marcha hacia su final si no se materializa una intervención a tiempo.

La ‘phronesis’ es el pensar-actuar crítico hacia una humanidad que coloque por encima el ‘mejor vivir’, que no siempre es vivir mejor bajo el dominio de la égida capitalista del dinero.

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