Por Juan Quesquén Rodriguez
(Especial para El Tranvía desde Perú)
En el año 2007, Perú, después de varios pedidos al vecino país de Chile, había presentado una demanda marítima a la Corte Internacional de Justicia de La Haya. En el documento, Perú solicitaba definir el límite marítimo entre Perú y Chile, y resolver de manera pacífica la controversia que existe al respecto. Después de siete años, la controversia llega a su fin. Aquí el artículo de nuestro colega Juan Quesquén Rodríguez.
Al llegar al Perú, después de tres años de ausencia, se podía sentir el ambiente que vivía la población en general por el fallo de La Corte Internacional de Justicia de La Haya. Todos se preguntaban una opinión al respecto. Como si las cosas fueran a cambiar por cada comentario esgrimido desde los distintos sectores que conforman la sociedad peruana, tradicional por costumbre.
Se hablaba del tema en las calles, en los kioskos de periódicos, en los lugares de encuentro y por supuesto en la familia. Los noticieros, paladines de “la libertad de prensa”, proponían la forma mas entretenida para explicar lo que se venía.
No faltaban los despistados para los que el tema pasaba desapercibido. Sin embargo, bastaba preguntar para que al instante alguien explique la tan famosa y esperada respuesta de la corte de La Haya, instalada en la opinión pública con fuerza en los últimos días.
Pero, ¿qué es lo que se estaba dirimiendo en la mayor instancia de jurisprudencia internacional?
El Perú, en el 2007, después de varios pedidos al vecino país de Chile, había presentado una demanda marítima a la Corte Internacional de Justicia de La Haya. La demanda la presentó el agente peruano Allan Wagner por orden del gobierno nacional que en aquel entonces lo presidia Alan García.
En declaraciones Wagner dijo que en “el documento solicitaba definir el límite marítimo entre Perú y Chile, y resolver de manera pacífica la controversia que existe al respecto». Después de siete años, la controversia llega a su fin.
El lunes 27, histórico día para ambos países, los noticieros mostraron desde bien temprano la antesala de lo que se vendría. No faltaron muchos que exaltados por el pasado conflictivo con Chile, levantaban la voz argumentando que era “nuestro derecho recuperar la parte de mar que se está demandando”, haciendo eco de un chauvinismo que para nada se condice con la realidad económica y política; pues tanto Perú como Chile son socios de la Alianza del Pacifico, de la mano de Colombia y México.
Cerca de las 09hs de la mañana el juez Peter Tomka inicia la sesión e indica que la lectura oficial del resumen del fallo es en inglés. Después de un discurso de casi dos horas queda establecido que del pedido que hiciera el Perú -que según el derecho internacional la frontera marítima debe estar marcada por una línea imaginaria equidistante que divida en partes iguales el ángulo que forman la costa peruana y la chilena- sólo se reconocerá a partir de las 80 millas para adelante (dentro de las 200 millas marinas).
Chile, por su parte, defendía la línea horizontal perpendicular a sus costas, tal como está establecido actualmente por acuerdos de 1952 y 1954, a los que considera acuerdos definitivos. Sin embargo, para Perú esos acuerdos son regulatorios de la pesca y no constituyen un tratado limítrofe.
Por lo tanto, los jueces optaron por una solución mixta en la que en Perú recupera 50.284 kilómetros de mar. Visto así los resultados, el Perú recibe más del 70% del área de mar que pedía.
En resumen, el fallo reconoce al Perú 21.928 kilómetros cuadrados del área de controversia, así como los 28.356 que reclamaba y que según Chile era Altamar.
Por otra parte, ya que tocamos el tema y más allá de los resultados al que llegaron ambos países y al que dejaron sentado respetar, tendría que abrirse la posibilidad de la discusión para el pedido de Bolivia por una salida soberana al mar por el lado chileno.
Demanda que hiciera el año pasado el vecino país de Bolivia ante La Haya para obligar a Chile a negociar la entrega de una salida soberana al mar, tras perder 120.000 km2 y 400 km de costa en la guerra que les enfrentó en 1879, en la que también participó Perú.
Solo así estaremos consolidando cualquier tipo de hermandad latinoamericana, en los hechos y respetando las instituciones democráticas.