Hasta que la marea no se hizo bastante gruesa, desde muchos lugares, principalmente los medios digitales a través de supuestos comentaristas, se intentó hacer pasar a todo aquel simpatizante del gobierno, como un ñoqui K, como alguien que para verter opiniones recibía un sueldo por hacerlo. Claro, se trataba de mostrar que nadie en su sano juicio podía ser kirchnerista, si no era por dinero.
De a poco eso fue cambiando, ya que los supuestos ñoquis K se multiplicaron por miles en las redes sociales: bloggeros K, twitteros K, etc., etc. Autoconvocados 6-7-8, movilizados por la ley de medios, por el matrimonio igualitario, y otras expresiones comenzaron a mostrar un escenario completamente diferente.
Si bien muchos jóvenes, principalmente, encontraron algún lugar de militancia: en la Cámpora, El Evita, Octubres, etc. Aún hoy existe un sedimento muy importante de lo que llamaría kichnerismo espontáneo, que no tiene cabida en ningún lugar.
Qué hace ese kirchnerista, el que lee Miradas al Sur, Página/12, o Tiempo Argentino, el que ve 6-7-8, Bajada de línea, TVR o Duro de Domar, el que compra libros de Galasso, o J.P. Feinmann, el que se acerca a alguna charla de Ricardo Forster, el que escucha pacientemente los discursos de la presidenta, el que además admira a Evo y a Chávez y se indigna por los golpes en Honduras y Paraguay, el que quiere que Videla se pudra en la cárcel, y que el monopolio se funda. Ese ciudadano K es a la vez el que se pelea en la carnicería o la verdulería, con todo aquel que habla mal de Cristina. Claro pero las ecuaciones a veces no son fáciles, por ahí le retrucan con la actitud de algún gobernador o de los intendentes, a los cuales nunca los oyó ni hablar de John William Cooke, ni hacer comentarios sobre el último libro de Ernesto Laclau, si es que alguna vez los escuchó hablar de algo. Pero más allá de eso, nuestro personaje va a seguir hablando de sintonía fina y de profundizar el modelo.
Contra lo que pareciera, de este perfil hay muchos, y tal vez habría que pensar seriamente como deberían agruparse, que por otro lado es algo que seguramente quisieran y que no encuentran. El año pasado el que escribe escuchó por radio una entrevista a Daniel Filmus, en la cual decía que cada vez que alguien quisiera debatir política, tendría que tener a la unidad básica del barrio como la referencia ineludible. Eso sin dudas falta, entre otras cosas.