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Ezequiel Brizzi

Después de tanto vapuleo, de tanto egoísmo capitalista, de tanto desdén por las clases populares, después de tanta devastación económica, de tanta difamación de la política, después de tanto olvido, apareció una figura, un líder que nos hizo volver a creer que había un camino en el que la justicia social, la soberanía política y la independencia económica serán las luces que iluminan el sendero hacia un país libre, justo y soberano. Un país donde los trabajadores sean el motor del crecimiento, donde las brechas sociales sean cada vez más cortas, y donde el debate y la discusión política vuelvan a ser parte de lo cotidiano en la sociedad.

Ese camino lo empezamos a recorrer en el 2003 de la mano de un desconocido hasta el momento, de un tipo simpático que venía del sur y al que mucha gente votó para no darles el apoyo a figuras prehistóricas como Menem. Lo cierto es que ese pingüino del sur demostró ser un animal de la política, hábil, fuerte, comprometido, incorrecto, pensante, agresivo. El tipo llegó con los pantalones bien puestos, y para demostrar que no iba a dejar “sus ideales en la puerta de la rosada”, fue a la ESMA y asumiendo su rol de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, ordenó que se bajaran los cuadros de los asesinos videla y bignone (no merecen las mayúsculas), para dejar en claro que no iba a andar de paseo por la Casa de Gobierno. Con el tiempo y con medidas fuertes, trascendentales, fue dejando de ser ese de apellido raro para convertirse en Néstor, nuestro Néstor, el que se fue metiendo de a poco en el corazón de su pueblo. Llevando adelante las transformaciones (no son cambios, los cambios se pueden volver a cambiar, las transformaciones nó) que un país destruido pedía a gritos. Néstor nos devolvió el protagonismo a los jóvenes, instaló la ética, ausente tantos años del accionar cotidiano, nos volvió a insertar en la escena política, apostó a la capacitación de nuevos cuadros para que seamos nosotros los continuadores de las transformaciones de este proyecto nacional y popular. Tuvo a su lado desde el principio a su compañera de toda la vida: Cristina, ambos sobrevivientes de la dictadura sangrienta que se llevo a 30 mil. Se imaginan 30 mil como Néstor y Cristina, otra seria la historia. Una de las Madres de Plaza de Mayo dijo: “se nos fue un hijo más”, un hijo más de ellas y un padre político para todos nosotros. Junto con Cristina construyeron un proyecto de país que apunta al crecimiento, a la libertad y a la igualdad. En ese proyecto estamos, se hicieron muchas cosas, se están haciendo muchas más, pero faltan otras tantas. Por eso más que nunca hay que apoyar a Cristina, darle fuerzas, demostrarle que juntos vamos a poder derrotar a la derecha egoísta, a los que se disfrazan de peronistas para llegar al poder y desde ahí servir a los intereses monopólicos del establishment, y a otros tantos empleados de los poderosos de siempre. Dios se distrajo por un momento y la buena suerte nos abandonó, nos llevó al mejor, nos dejó un vacio inmenso que tendremos que llenar con esfuerzo, compromiso, militancia y fanatismo. Lo bueno es que nadie está solo, Néstor está arriba con Perón y con Evita, deseándonos lo mejor y pidiéndonos que no aflojemos en esta lucha. Y nosotros tenemos a Cristina, y Cristina nos tiene a nosotros, el pueblo, para defenderla y darle el empuje, la fuerza y el cariño para no dar ni un paso atrás.

¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE PRESIDENTA!

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