De enorme desarrollo en los últimos años, la industria avícola logró posicionarse como uno de los sectores más pujantes de la actividad agroalimentaria en nuestro país. Sin embargo, los desechos generados por la cría de aves y su efecto contaminante, representan el lado B de la actividad y ya encienden las alarmas por sus graves consecuencias sobre el medioambiente. Junto con las heces, la orina, los huevos rotos, y otros desechos orgánicos, las plumas constituyen uno de los principales residuos generados en las granjas.
Atento a esta problemática, un equipo de científicos de la Universidad Nacional de La Plata busca reducir el impacto de la industria avícola sobre el medioambiente, transformando las plumas residuales en fuente de proteínas. Para ello, los investigadores recurren a la ayuda de pequeños microorganismos antárticos que podrían tener distintas aplicaciones biotecnológicas. Se trata de una colección de bacterias que fueron aisladas durante una expedición al continente blanco, realizada en el año 2016.
Desde el Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI, UNLP-CONICET-CIC) se trabaja en la búsqueda y caracterización de enzimas producidas por estos microorganismos. Las enzimas son proteínas que poseen actividad catalítica muy específica, es decir, aumentan la velocidad de algunas reacciones químicas en particular. Las mismas son utilizadas en los más diversos campos de la industria, tales como alimentos, cosmética y detergentes.
Con respecto a los desechos industriales avícolas, si bien una parte es utilizada para la producción de harina de plumas en alimentos balanceados para peces, es tal la cantidad de toneladas que se produce anualmente, que ya constituye un verdadero problema ambiental en cuanto a la necesidad de su disposición. Se estima que, a nivel mundial, la actividad avícola desecha en promedio más de 5 millones de toneladas anuales de plumas.
Las plumas están compuestas casi completamente por una proteína llamada keratina, la misma que se halla presente también en nuestro cabello y uñas. Los investigadores platenses buscan utilizar las bacterias antárticas para hidrolizar la keratina presente en las plumas, generando así productos con cierto valor agregado, como enzimas proteolíticas, que puedan ser utilizadas en la industria de los detergentes para ropa.
El director del proyecto, Sebastián Cavalitto, explicó que “entre las actividades enzimáticas con las que se está trabajando, las proteasas, pectinasas y β-glucosidasas han resultado las más promisorias”.
Las proteasas y las pectinasas son las dos enzimas más usadas en la industria de los alimentos para el tiernizado de carnes y la extracción de jugos de frutas de pulpa dura, por citar algunos ejemplos. Las β-glucosidasas, de uso menos tradicional, pueden ser usadas en la industria vitivinícola mejorando el color y el contenido de aromas en vinos.
En este sentido, Brenda Bezus, una de las becarias que conforma el equipo explicó: “debido al origen de los microorganismos -zonas de frio extremo-, las enzimas son activas a temperaturas bajas, lo que resulta ventajoso en diversas aplicaciones industriales. Particularmente, en cuanto a las enzimas utilizadas en detergentes lavarropas, pueden realizarse lavados a temperatura ambiente, optimizando así el uso de la energía”.
Durante el crecimiento de la bacteria con la que los investigadores del CINDEFI trabajan actualmente, además de las enzimas de interés, se degradan las plumas, generándose compuestos formados por fragmentos de las proteínas de la pluma con actividad antioxidante.
“La actividad antioxidante, junto con la presencia de ciertos aminoácidos esenciales, son indicadores importantes pensando en su posible utilización como aditivo en alimento de ganado”, agregó Bezus.
De esta forma, se puede convertir un residuo potencialmente peligroso desde el punto de vista ambiental, en productos de alto valor agregado.
De la Antártida a La Plata
Los microorganismos antárticos utilizados para el proyecto de investigación fueron aislados durante una expedición realizada en el año 2016 por la Dra. Ivana Cavello, investigadora del CINDEFI. La expedición se realizó en colaboración con el Instituto Antártico Uruguayo y la Cátedra de Microbiología de la Universidad de La Republica, de Montevideo (ROU).
El proyecto, desde sus diferentes líneas de investigación, tiende a encontrar entre los microorganismos hallados distintas aplicaciones biotecnológicas para producir moléculas de interés en la industria, por ejemplo, enzimas que se utilizan en la industria alimenticia o para revalorizar desechos agrícolas (plumas, residuos cítricos).
La industria avícola en Argentina
Según datos aportados por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), existe en la Argentina una población promedio de 139 millones de aves industriales, de las cuales un 71,3% corresponde a pollos de engorde, un 27% a gallinas de postura, un 1,6% a reproductores padres y abuelos de ambas líneas genéticas y el resto a producciones no industriales.
Las áreas de producción avícola nacionales se concentran en mayor proporción en las provincias de Entre Ríos 44,43% y Buenos Aires 42,43%. El resto de la producción se distribuye en Córdoba 5,10%, Santa Fe 4,20% y Río Negro 2,84%. El 1% restante se ubica en Neuquén, Mendoza y provincias del noroeste argentino.
Curso para el uso de reactores
En el marco de la formación de posgrado, alumnos de nuestro país y de otras partes del mundo participan de un curso que se desarrolla en el CINDEFI y que cuenta con el financiamiento de la UNU Biolac, Universidad de Naciones Unidas para América latina y el Caribe. Durante el mismo, se enseña a usar sus reactores para los cultivos microbianos tendientes a producir diferentes enzimas, tales como la pectinasas, proteasas, celulasas, entre otras.
(Publicado el 27/02/2020)