Masacre de Connecticut- Snipers y terrorismo inorgánico en los EEUU

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Osvaldo Drozd

En 1976 se estrenó en Estados Unidos el film Two minute warning, bajo la dirección de Larry Peerce. En la Argentina se conoció a esta película del género catástrofes, bajo el nombre de Pánico en el Estadio. La traducción literal del nombre original es Aviso de los dos minutos, lo cual en las reglas del fútbol americano es la pausa obligatoria del reloj al llegar éste en cuenta regresiva al minuto 2 del segundo y cuarto periodos (es decir, a dos minutos del final de cada mitad del juego).

En el film de Peerce, durante la víspera de un importante partido, un sujeto armado con un rifle, sigilosamente asciende a una de las torres del estadio Coloseum de Los Ángeles, desde donde planea sembrar el terror. El peligroso francotirador está dispuesto a eliminar cada dos minutos a un aficionado. Los equipos especiales SWAT intentarán neutralizarlo.

Si se intenta solamente entender fenómenos como éstos tanto en la ficción como en la realidad, como la acción solitaria de un psicópata enervado, como el mero resultado de un trastorno mental, sin dudas nos privaríamos de saber porqué la realidad fue más allá de la ficción.

El pasado 20 de julio, en el condado de Aurora, Colorado, en una sala Century 16 durante el estreno de The Dark Knight Rises, conocida cómo Batman: El Caballero de la Noche asciende, un joven de 24 años estudiante de Medicina ingresó armado al recinto produciendo una balacera que dejaría 71 víctimas, entre los cuales 12 fallecieron y 59 resultaron heridos. En The Dark Knight Rises, tras ocho años donde la violencia parecía erradicada de Ciudad Gótica, aparece el villano Bane y el comisionado Gordon recibe un disparo. Durante los ocho años Batman había desparecido ya que no era necesaria su presencia.

El pasado 5 de agosto, en el suburbio de Oak Kreek, Wincosin, un veterano de guerra del ejército estadounidense, y ex líder de una banda de heavy metal que pregonaba la supremacía de la raza blanca se acercó con un arma en cada mano a un templo sij, y enfrentando a dos hombres con turbantes que intentaron detenerlo, ingresó alcanzando a matar a seis feligreses, y dejar tres heridos de suma gravedad. La policía que llegó al lugar dio cuenta del metalero neonazi, sumando un muerto más a la masacre.  En ese momento los que en los EEUU se oponen al control de armas, afirmaban que dos desequilibrados entre una población de 300 millones de personas no suponen un porcentaje significativo.

Adam Lanza, el joven de 20 años que con al menos 3 armas de fuego: una pistola Glock, una pistola Sig Sauer y un rifle de asalto calibre 223, todas ellas registradas a nombre de su madre; realizara ayer la masacre de Newtown, Connecticut, donde diera de baja a 20 niños de entre 6 y 10 años y 8 adultos, dentro de una escuela, para luego suicidarse, es recordado por sus compañeros de estudios por ser un muchacho inteligente, introvertido, y nervioso, tal como señala hoy The New York Times.

Si bien todos estos relatos podrían intentar ser entendidos desde la psicopatología, y el no control de armas en el país del Norte, quedarse en eso solamente, sería un diagnóstico sumamente precario, y que lejos de anticipar nuevos conflictos similares, y mucho menos prevenirlos; dejarían a esta problemática en una gran nebulosa. Tal vez habría que adentrase en la sociedad del espectáculo, en la de los videojuegos, en la de un terrorismo inorgánico, que brota de un entramado social fragmentario y decadente, donde un psicópata es el más cabal emergente de ello, mientras que los contenidos del trastorno mental, vienen sobredeterminados por esa realidad que los antecede.

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