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El software libre, como bandera de lucha de las distintas comunidades que se oponen al negocio de las grandes corporaciones, es cada vez más popular. Su crecimiento en los últimos diez años fue vertiginoso y plantea fuertemente el problema de la democratización de las nuevas tecnologías. Aquí un panorama de las discusiones y debates que atraviesan al fenómeno y a los usuarios a la hora de decidirse a cambiar por una plataforma libre

Por Paula Giacobone

El software libre, como bandera de lucha de las distintas comunidades que se oponen al negocio de las grandes corporaciones, es cada vez más popular. Su crecimiento en los últimos diez años fue vertiginoso y plantea fuertemente el problema de la democratización de las nuevas tecnologías. Aquí un panorama de las discusiones y debates que atraviesan al fenómeno y a los usuarios a la hora de decidirse a cambiar por una plataforma libre. 

Cuando decidimos adquirir una computadora, nos cercioramos de que venga con todo instalado. Una vez que reconocemos la “Window” colorida y flameante sobre el fondo negro; nos invade un sentimiento de confianza y seguridad ante lo conocido.

Por cada programa propietario preinstalado en el equipo se paga una suma determinada. A fines de los años 70´ nacieron estos acuerdos de licencias que con el trascurso del tiempo fueron aumentando sus restricciones, a la vez que generaron una mayor dependencia de consumo en los usuarios. Es decir, hoy la mayoría de las personas que utilizan Internet en el mundo, aceptan un contrato donde priman los intereses de un dueño.

A pesar de que algunos gobiernos deciden implementar políticas incentivando el software libre, la manera de cristalizar una transformación radical está en aprender y comprender como estos funcionan. Los paquetes de oficina están incluidos algunas veces en el costo final de la máquina. En el caso de que no lo hagan, con frecuencia se opta por “piratearlos”, a pesar de que, excluyendo la visión ética de esta opción, esté en constante peligro todo el sistema operativo, dado que es imposible que el usuario pirata efectúe actualizaciones de seguridad. Además sucede que el control es cada vez más estricto. Según los Códigos de propiedad intelectual, si se encuentra un particular o empresa cometiendo el delito de piratería, los costos de las multas son altísimos, incluyendo el posible cierre parcial o total del establecimiento, sumado a las indemnizaciones por daños y perjuicios. La gravedad de la situación es variable, de acuerdo a lo que establezca la legislación de cada país.

El principio en el que se basa el Software libre, es el de respetar la libertad de los usuarios para hacer copias, modificaciones, redistribuciones, por lo que se suministra el código de fuente donde se revela por completo el funcionamiento del programa. La redistribución del software comunitario puede ser gratuita o cobrarse, lo importante es que todos tienen garantizada la libertad gracias a la licencia copyleft, que permite que el programa creado no pueda llegar a tener restricciones en su camino, sino que al contrario, se comparta y copie en la red, por lo que los costos si es que los hay, son muy bajos.

El hecho es que, tal vez por falta de información, se termina considerando cosa de expertos instalar y usar alguna de las distribuciones del núcleo Linux (el viejo proveedor de Software libre conformado por diferentes colaboradores). Esto no es tan así. La evolución de las versiones que se encuentran dando vueltas en la web vienen con una serie de pasos indicados claramente para su instalación y modificación. La distribución Ubuntu es sencilla, práctica de usar y no presenta problemas de compatibilidad, ni de carencia de versiones similares a los programas “conocidos”.

La estructura de Linux es no comercial y apunta a los intereses de los usuarios donde la información es accesible y compartida para todos en los mismos términos. Luego nos preguntamos; si esto es claramente así, entonces ¿por qué no es frecuente el uso de sistemas operativos o de aplicación libres y se necesita de una insistente estrategia política para implementarlos? El temor al cambio por parte de los usuarios, sumado a las complejas negociaciones y convenios con los padres del comercio computacional (fabricantes de hardware), son algunas de las hipótesis que surgen. Esto viene acompañado quizás, desde el punto de vista del consumidor, con una actitud del mínimo esfuerzo y con el poder atractivo que tan bien sabe manejar el marketing empresarial. Nada parece compararse con la comodidad de firmar un contrato con solo darle aceptar a una ventanita interminable que antepone su lista de términos y condiciones.

A continuación un detalle, o resumen, de la licencia que Wintrolls 7:

End User License Agreement (EULA)

  • Prohibida su copia y redistribución (copyright).

  • Puede ser usada por una sola computadora con un máximo de dos procesadores.

  • No puede ser utilizado como servidor web o como servidor de archivos.

  • Requiere registro después de 30 días.

  • Podría dejar de funcionar si se realizan cambios de hardware.

  • Las actualizaciones pueden cambiar la EULA si la compañía así lo decidiera.

  • Puede ser transferida al nuevo usuario una sola vez; El nuevo usuario debe estar de acuerdo con los términos de uso (EULA).

  • Impone limitaciones a la reingeniería inversa

  • Se conceden permisos a Microsoft para tomar información sobre el Sistema y su uso.

  • Se conceden permisos a Microsoft para proveer esta información a otras organizaciones.

  • Se conceden permisos a Microsoft a realizar cambios en el sistema sin el consentimiento del usuario.

  • Garantía por los primeros 90 días, Actualizaciones, reparaciones y parches no tienen garantía.

Por otra parte, aquello que debería estar sujeto a revisión, vinculado a este asunto, es el gasto público en la compra de licencias de software, que año tras año va en aumento.

En el 2012, el Ministerio de Comunicación ruso creó una plataforma del Software Nacional y se calculó que en un par de años se estarían ahorrando hasta el 80% en la adquisición de licencias, unos 41.785 millones de euros. También el Gobierno Británico instó a abandonar los programas producidos por Microsoft, donde el gasto anual es de 242 millones de euros en productos de Office.

Más cercano es el caso de Chile que, según el medio digital “El Dínamo”, el gasto en la adquisición de licencias, en los últimos 5 años fue de  324 millones de dólares.

En Ecuador, el presidente Correa, mediante un decreto, ordenó en el 2008 la utilización de Software Libre en todas las entidades de la Administración Pública Central, naturalmente la idea se fue desplazando hacia otros sectores y se configuró como una política pública orientada a cambiar el hábito en cuanto a la relación de los usuarios con sus ordenadores. También en Alemania, Brasil y distintos países con criterios ideológicos afines, presentan tendencias similares. En Argentina la política más difundida fue el programa Conectar Igualdad. Este proyecto fue operando por el sistema nacional Canaima GNU/Linux, y se extendió en el 2013 a instituciones de carácter público entre las que se encuentra el senado de la provincia de Buenos Aires.

Sin embargo todavía falta mucho por hacer, en principio tenemos la oportunidad de evitar el pago de licencias de software gracias a estas plataformas suministradas por los héroes contemporáneos: los programadores, y bregar por la libertad de expresión y acceso, que es en definitiva, lo que subyace a este movimiento mundial. Tal vez logremos desde las bases de la virtualidad conformar un sistema plenamente comunitario, donde la utopía solo sea una deficiencia de aquel mundo material.

Instalación de Ubuntu

tp://blog.soluciones-libres.com/2013/04/instalar-ubuntu-1304-pasoht-paso.html

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