Osvaldo Drozd
La crisis del año 2001 colocó a nuevos actores sociales en el escenario político, abriendo un proceso que aún está en marcha, y que muestra una cierta originalidad argentina al respecto. Habiendo participado hace algunos años de un encuentro internacional de movimientos sociales, me llamaba poderosamente la atención, las caracterizaciones que hacían sobre la Argentina, los militantes sociales de otros países.
Un ejemplo claro era sobre el movimiento piquetero, el cual se iría a convertir en un bastión muy importante de la resistencia de los trabajadores desocupados, y sobre el cual los compañeros de otros países coincidían en que era una originalidad argentina, ya que más allá de que el fenómeno del desempleo se muestra como global, los trabajadores en otros lugares no se organizaron de la manera como se hizo acá.
Otra originalidad fue la irrupción del movimiento de fábricas recuperadas, es decir la decisión de los trabajadores de no resignarse a perder su fuente laboral, ante la quiebra de los empresarios, y hacerse cargo de la producción y la gestión de la fábrica sin la mediación del patrón, demostrando que se podía continuar con la empresa con la cual el empresario no pudo. Ambos ejemplos típicamente argentinos, muestran que más allá de toda la desregulación laboral y desarme de la clase trabajadora nacional en los noventa, los que iban quedando fuera de la esfera laboral, mantuvieron una fuerte cultura obrera que hasta aquel momento había construido el más poderoso movimiento sindical de Latinoamérica.
Recuerdo que algunas décadas atrás, viajando en tren desde La Plata a Constitución, principalmente ingresando en el Gran Buenos Aires se podía ver un paisaje muy tupido de fábricas en funcionamiento, cosa que cambió sustancialmente con el paso del tiempo.
El fenómeno de las fábricas recuperadas se extendió a partir del 2001 de una manera sustantiva y en ramas diferentes, donde aparecieron actores bastante significativos como era la ceramista Zanón en Neuquén o la textil Brukman en la CABA, pero donde también podía haber ejemplos como la recuperación de un hotel como el Bauen.
Todo esto viene a cuento porque ayer la Cámara de Diputados dio media sanción casi por unanimidad –con un solo voto en contra- a la modificación de la Ley de Quiebras para regular la participación de los trabajadores en los concursos y quiebras de las empresas en crisis, para evitar su cierre y asegurar la continuidad de la fuente de trabajo. De convertirse en ley, la propuesta impulsada desde el Ejecutivo y consensuada con distintos proyectos de todos los bloques políticos de la Cámara baja beneficiará a casi 300 empresas recuperadas por los trabajadores desde la crisis de 2001 que todavía pelean por su reconocimiento jurídico. Pero también a unos 200 mil trabajadores de otras 3000 empresas que están en proceso de quiebra y otra cantidad similar en concurso.
Lo interesante es lo que señala hoy José Félix Sancha, presidente de la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajadores, en Tiempo Argentino: “Es una emoción muy grande porque hemos luchado mucho por esta ley. Nos costó muchísimo llegar a este momento. Sin duda, algo está cambiando en el país porque hasta (el legislador del PRO, Federico) Pinedo acompañó con su voto”