Por Walter Barboza
El gobierno sigue teniendo la iniciativa, a pesar de que el poder de los medios concentrados propicia el peor panorama político y económico. Lo paradójico del asunto es que la modalidad difusora que implementan, logra permear la mirada cotidiana del vecino común y corriente que, ajeno a la cotización del dólar, las compras en Internet, o los viajes al exterior, cree vivir en el peor de los mundos. La recuperación del servicio de trenes y el programa “Progresar”, dos puntas de un proceso político que reafirma el poder del estado.
Así lo dejan entrever las voces de la calles. Con solo detenerse a escuchar en las filas de los colectivos, o en el interior de los trenes o medios de transporte masivos comentando por lo bajo el destino trágico de esta nación. Y sin embargo estas semanas han sido auspiciosas para el país en dos sentidos: la inauguración de un nuevo servicio de trenes de La Plata a Constitución ida y vuelta, un servicio de larga distancia de Bragado a la Ciudad de Buenos Aires y el proyecto denominado “Progresar” destinado a jóvenes de 18 a 24 años.
Sobre el primero abundan detalles: coches nuevos con aire acondicionado, calefacción, baños, bajo costo respecto de los servicios de micros de media distancia, menor tiempo y mayor capacidad para albergar pasajeros. De este modo el Ministerio de Interior a cargo de Florencio Randazzo, ha comenzado a dar los primeros pasos respecto de los anuncios realizados hace un mes sobre su intención de renovar el conjunto de las líneas férreas de media y larga distancia.
Esta semana, a este cronista, un periodista del canal C5N y del equipo de prensa del Ministerio del Interior le preguntaban en uno de los viajes su opinión sobre la inauguración del servicio. Decir algo sobre el mismo era casi una redundancia, aunque fue una buena oportunidad para rescatar el significado histórico de la recuperación lenta pero sostenida de los ferrocarriles en la Argentina. Este medio de transporte, fue por excelencia el sistema de comunicaciones que más fuertemente contribuyó en la conformación del estado nacional: pueblos enteros nacieron al calor de unos trenes que, además, acompañaron el crecimiento agroindustrial. Poner nuevamente este sistema en marcha, es revertir el patético cuadro de situación heredado por el paradigma neoliberal.
Capítulo aparte merece el programa “Progresar”. Inédito en su concepción, los estudiantes secundarios y universitarios de otrora hubieran deseado sentirse respaldados por un estado que los reconoce como actores sociales, reserva moral, política y económica del país. Seguramente la iniciativa despertará la ira de los sectores medios, que no dudan en suscribirse a cualquier tipo de diatriba contra los beneficiarios de la asistencia del estado nacional. Más preocupados por los beneficios y rentabilidad del dólar blue, estigmatizando a los jóvenes por su fisonomía, vestimenta o prácticas culturales, olvidando que cualquier tipo de inyección de dinero en el sistema también los tendrá como beneficiarios indirectos.
En el Kilómetro 45 de la autopista del oeste, debajo de la misma y sobre el cruce de la Ruta Provincial N° 28, una mujer de unos 35 años carga en brazos con su criatura. Son las cinco de la tarde y la temperatura a esa hora es abrasadora, casi 40 de sensación térmica. Su pequeño, de apenas 4 años, tiene un barbijo en la cara. Son los signos visibles de una afección delicada. Dice que viene del Hospital Vicente López y Planes y que para llegar a ese nosocomio debió tomar dos colectivos: el 276 que viene de Escobar y Pilar a General Rodríguez y La Perlita que va de ese cruce al centro de salud. A pesar de su trajín y el sacrificio no se la escucha quejosa. En otro plano esa franja de la población acomodada, que bajo la frescura de un aire acondicionado o en la comodidad de sus coches de alta gama denosta contra la pobreza y la marginalidad, especula con una vuelta a la valorización financiera. Contradicciones irresueltas sobre las que todavía hay que trabajar.