El asesinato de un albañil boliviano en La Plata

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Walter Barboza

“Estos son unos bolitas de mierda”, dijo alguien del otro lado y en pocos segundos se desató la tragedia. Así narró, a este cronista, Alfredo, un integrante de la comunidad boliviana en la Argentina, que encabezó una marcha junto a los familiares de Marcial Hidalgo, asesinado impunemente el 5 de agosto en el barrio Altos de San Lorenzo.

La marcha, que apenas trascendió, se desarrolló esta semana en la Plaza San Martín de la ciudad de La Plata, y salvo honrosas excepciones fueron escasos los medios que le dieron trascendencia, pues algunos de ellos prefirieron darle el enfoque policial a un episodio que los integrantes de esa comunidad aseguran que se trató de un claro caso de “discriminación”.

Marcial Hidalgo se encontraba reunido con unos amigos en una vivienda ubicada en la calle 25 bis y 88, cuando fue agredido a balazos por un grupo de sujetos “integrado por cuatro o cinco personas” que lograron abrir la puerta de la casa para atacarlos “sin ton ni son”, según explicó Alfredo, el dueño de la casa, que en el lugar tiene un pequeño comercio en el que vende alimentos y bebidas. Según detalló, los individuos llegaron al lugar con la intención de “comprar bebidas alcohólicas” y ante la negativa de éste, por el horario en el que se habían dirigido al comercio, los sujetos emprendieron el ataque al grito de “bolivianos de mierda”. Una vez adentro, uno de los sujetos extrajo un arma calibre 38 con la que disparó sobre el cuerpo de Hidalgo hiriéndolo gravemente. Sus amigos rápidamente lo trasladaron al Hospital San Martín de la ciudad de La Plata donde murió a los pocos minutos.

Marcial Hidalgo Surita, tenía 35 años y había llegado a La Plata para trabajar en el rubro de la construcción. Estaba casado, tenía dos hijos y, según los vecinos que participaron de la movilización, “trabajaba todo el día para mantener a su familia”.

La marcha, encabezada por su esposa,  se dirigió a la Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires para reclamar justicia y que el caso no quede impune. Una vez en el lugar los familiares, amigos y vecinos de Hidalgo contaron que “este no es el primer ataque” que reciben y que la agresión se trata de una mecánica “utilizada por las bandas que frecuentan el lugar” y les impiden “vivir dignamente”.

Algunos de los vecinos contaron a este medio que quienes los amedrentan tiene el claro objetivo de alejarlos del lugar “para avanzar hacia un zona liberada de la gente de buen vivir”. Sin embargo destacan el sesgo discriminatorio de las acciones. “Antes de venir a manifestarnos, algunos de esos malvivientes nos amenazaron y nos dijeron que nos dejáramos de joder con estas cosas”, dijo la esposa de Hidalgo. “Tenemos miedo por las represalias que puedan tomar contra nosotros”, explicó a este medio otro vecino.Durante la marcha fueron atendidos por el Jefe de la Policía Distrital de La Plata, el Comisario Moreno, quien se comprometió a investigar el caso. Sin embargo ello no conformó a los manifestantes que, aseguran, van a continuar manifestándose si alguien no les da una respuesta inmediata.

Por ahora no hay certezas sobre los responsables del asesinato. El episodio se suma a la escalada de discriminaciones de las cuales viene siendo parte la comunidad boliviana de La Plata, que se suma a la de otras comunidades como la de Paraguay que en lo que va del año ya sufrió numerosas agresiones en la periferia platense, fundamentalmente en los barrios en los cuales se asientan con sus familias en terrenos fiscales o de “propiedad privada en desuso”.

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