EE.UU.: del Estado de bienestar a la buena de Dios

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Economistas del mundo aseguran que el acuerdo sobre el presupuesto de EE.UU., logró alejar al país de un nuevo cierre administrativo, pero estaría empujándolo hacia un colapso social. Desde el denominado proyecto “Guerra de las Galaxias”, al presente, el gigante del norte no ha hecho más que acentuar el desempleo, incrementar el déficit fiscal y abrir el camino al deterioro de su industria a partir del aluvión de importaciones. La reconversión de las empresas de tecnologías, en industrias dedicadas a la fabricación de armamento de guerra, dejó un vacío que necesariamente comenzaron a llenar los países con economías emergentes. Todo se importa, casi nada se fabrica. El costo está al a vista: quienes vivieron durante toda una vida en una vivienda, ahora deberán cambiar de departamento. La tercera edad, la más castigada. La desmemoria y los no lugares: su resultado es concreto y visible en una de las potencias mundiales.

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EE.UU.: el dolor de ya no ser.

De la Redacción 

Economistas del mundo aseguran que el acuerdo sobre el presupuesto de EE.UU., logró alejar al país de un nuevo cierre administrativo, pero estaría empujándolo hacia un colapso social. Desde el denominado proyecto “Guerra de las Galaxias”, al presente, el gigante del norte no ha hecho más que acentuar el desempleo, incrementar el déficit fiscal y abrir el camino al deterioro de su industria a partir del aluvión de importaciones. La reconversión de las empresas de tecnologías, en industrias dedicadas a la fabricación de armamento de guerra, dejó un vacío que necesariamente comenzaron a llenar los países con economías emergentes. Todo se importa, casi nada se fabrica. El costo está al a vista: quienes vivieron durante toda una vida en una vivienda, ahora deberán cambiar de departamento. La tercera edad, la más castigada. La desmemoria y los no lugares: su resultado es concreto y visible en una de las potencias mundiales.   

La normativa plantea reducir el déficit en 23.000 millones en diez años sin aumentar los impuestos. Pero con un gran interrogante: ¿A qué precio?

 «Lo único que he oído sobre la palabra sequester (secuestrar)’, signifique lo que signifique, es que afecta a la gente mayor», aseguran la gran mayoría de quienes integran el denominado sector de la tercera edad.

Así los jubilados y pensionados de EE.UU., no conocía esa palabra pero comprendieron su significado al abrir la primera carta que recibieron del Departamento de Preservación de la Vivienda y Desarrollo de Nueva York. En la misiva les comunicaban que “el precio del alquiler de su piso de una sola habitación se triplicaría”. Aunque se encargaban de avisar que “en caso de no poder pagarlo”, le daban la opción de abandonar los hogares que ocuparon, en algunos casos, durante más de 30 años por uno más pequeño.

En ese marco Norman Siegel, un abogado especialista en Derechos Humanos, aseguró que «no puedo descartar la posibilidad de que esta práctica afecte de manera desproporcionada a la gente mayor y a los pobres, ya que las personas que están en el poder y toman estas decisiones saben que la tercera edad no puede luchar contra ellos».

Este es el “nudo Gordiano” o el quid de la cuestión: el abismo fiscal se evita gracias al “sequester”. Un término cuyas connotaciones apocalípticas supone la confiscación de bienes y grandes recortes del gasto público. Su estrategia es simple: el que no puede pagar, pierde.

 Por estos días en Nueva York,  se pueden escuchar comentarios de los ocasionales transeúntes del tipo: «No tengo capacidades físicas ni financieras. ¿Qué voy hacer con mis muebles? ¿Dejarlos en la acera? No puedo permitirme guardarlos. ¿Qué hago con ellos? Toda mi vida está en este departamento».

La agencia neoyorquina que administra este tipo de rentas bajas también sufre por los recortes gubernamentales: este año percibirían hasta 36 millones de dólares menos por parte del Gobierno. Un ajuste que la empuja a tomar esas drásticas medidas. De ahí que miles de personas sufran este “secuestro” estatal, orientado a subsanar los problemas de déficit fiscal generados por la ortodoxia de las políticas neoliberales.

«¿Qué sucede con una familia que ve las medidas que aplica el Gobierno del país a su abuela de 80 años? Se están ganando enemigos. Se preguntan por qué la gente se une al Tea Party o a Ocupa Wall Street. Pues bien, en muchos casos lo hace por la manera cómo el Gobierno trata a sus abuelos», explico a los distintos medios de información Richard Wolf, un economista de Nueva York.

Este plan de “’secuestro” se inició en marzo del año pasado. Según las estimaciones de los economistas, en ocho años se planea recortar un billón de dólares en gasto público. Su objetivo es salvar la economía a todo costo, piensan los economistas que ven con cierto desconcierto la medid. “Pero si ese costo pasa por someter el valor humano al económico, ¿En qué se percibe que esta sea una medida social y a favor de la población y que no esté encauzada a salvar a un Gobierno que por su mala gestión ya sufrió un cierre? En este caso queda claro que quien hace la ley hace la trampa”.

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