Qué decir del Cordobazo que no se haya dicho, e incluso que uno mismo, no haya ya escrito, en años anteriores para la misma fecha. Los acontecimientos sucedidos, el contexto político y social de entonces, la incidencia fundamental de los trabajadores, el inicio de una nueva etapa…
Quiero escribir sobre el Cordobazo, pero saliéndome de todo eso, y si lo hago en primera persona, es porque me cuesta salirme de mi mismo para poder hacerlo. Cuando aconteció, tenía 15 años y estoy seguro que la significación del mismo me llegó après-coup, no más de dos años después. Fue cuando además comenzó mi militancia, el mismo año que se produjera el segundo estallido cordobés, que llevó el nombre de Viborazo, y cuando también en la ciudad mediterránea emergían con fuerza los sindicatos clasistas de Sitrac- Sitram. Los trabajadores de las Fiat Concord y Materfer de Ferreyra alineados a dichos sindicatos no fueron de la partida en el mayo del ’69, pero igual que muchos, fuimos el emergente de esas jornadas que en la Argentina abrían un escenario político inédito e irrepetible.
El Cordobazo era el primer ensayo insurreccional que hacían las masas obreras y populares, para alcanzar la Revolución triunfante. Era nuestro 1905, ese que para Lenin fue la marca indeleble para llegar al Octubre del ’17.
El Cordobazo fue eso que hiciera de las masas, nuestro sujeto- supuesto- saber, y que a partir de ahí la Revolución estuviera casi a la vuelta de la esquina.
Hoy a la distancia, mientras escucho un tema de Jimi Hendrix, pareciera que tanto esa melodía, también de ese tiempo, como la subjetividad que emanaba del Cordobazo fueran parte de un sueño del que uno no quisiera despertar. De hecho ese sueño prosigue en la vigilia, aunque con los años uno se haya vuelto más racional y escéptico, sin perder el optimismo de la voluntad. Ese après-coup sigue siendo para mí, indefinidamente, el retorno de lo reprimido.