Buitres, pacientes y certeros

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Juan Carlos Quesquén Rodríguez 

Aquí el informe sobre fondos buitres de nuestro colega Juan Quesquén Rodríguez. El mismo da cuenta del recorrido, la situación presente y algunas consideraciones sobre el Estado y el pago de los bonos.

Los buitres son aves rapaces que suelen alimentarse de animales muertos, aunque a falta de estos, son capaces de cazar presas vivas. Estos Falconiformes se encuentran distribuidos por todos los continentes, excepto la Antártida y Oceanía.

De ahí tiene su origen el apelativo adjudicado a los capitales de riesgo o fondos de inversión, llamados “fondos buitre”, debido a la paciencia en el vuelo a la espera de la caída de una presa para abalanzarse sobre la misma. Estos fondos invierten comprando deuda de una entidad que se considera cerca de la quiebra, o un Estado, y esperan la caída de la misma para abalanzarse con toda su furia.

Los buitres se alimentan de animales muertos, o no, según el apetito que tengan. Y los fondos buitres se alimentan de Estados o empresas al borde de la quiebra, comprando en el mercado deudas a precios irrisorios del 20% o 30% de su valor nominal y luego presionar por el pago del 100% de su valor. Para describirlo de forma específica, los fondos buitre compran títulos de deuda a países en riesgo económico a precio muy bajo para luego por medio de litigios en foros internacionales intentar cobrar la totalidad del valor de esos bonos.

En el ámbito financiero se conoce a estos fondos como “holdouts”, que en inglés quiere decir “quedarse fuera” debido a que se mantienen por fuera de una negociación de amortización en el marco de una reestructuración de una deuda provocada por cesación de pagos o default.

Cuando la entidad emisora de títulos de deuda hace una oferta pública de canje de la misma en un intento por reestructurar en tiempo y forma su amortización, hace un llamado a negociación por medio de un canje en el que los bonistas que estén de acuerdo con el porcentaje ofrecido entran a cobrar en un tiempo determinado, mientras que los bonistas que no lo hicieran pasan a ser “holdouts”, sin embargo mantienen su derecho a reclamar el pago de los bonos en su valor nominal.

¿Cómo y cuándo comenzó?

En la Argentina el problema de la deuda comienza en 1822 con el gobierno de Bernardino Rivadavia y se fue incrementando hasta la actualidad debido a las renegociaciones que llevaron adelante los gobiernos que han priorizado el pago de la deuda externa y postergando la justicia social interna.

Vale mencionar, como escribiera el Juez Ballesteros, que la deuda externa se incrementó de forma grosera “a partir de 1976 mediante la instrumentación de una política económica vulgar y agraviante que puso de rodillas al país…y que tendían, entre otras cosas, a beneficiar y sostener empresas y negocios privados -nacionales y extranjeros- en desmedro de sociedades y empresas del estado que, a través de una política dirigida, se fueron empobreciendo día a día”. Esto fue la época nefasta de la historia Argentina, marcada por la sangre y la gran estafa que se le hiciera al pueblo argentino.

Ya en democracia y en pleno auge del neoliberalismo, la Argentina emite títulos de deuda en 1994 en la cual se acordó que el emisor de la deuda no otorgue mejores condiciones a futuros acreedores en detrimento del resto de los adquirientes de dicho empréstito; a esto se lo conoció como cláusula “pari passu” (en igualdad de condiciones).

Pero la deuda volvió a renegociarse tras el default (suspensión de pagos) del 2001, cuando la Argentina ofreció un canje de deuda a sus acreedores en el 2005 y 2010. En ambas negociaciones se redujeron los montos a cobrar y se diferían los pagos. Esto fue aceptado por el 92.4% de los tenedores de bonos, quedando un porcentaje minoritario por fuera del canje; estos serian los holdouts que demandarían a Argentina.

Sobre la Argentina los fondos buitre han impuesto 28 embargos a partir del 2001, pero el Estado ha sabido recuperar todos los bienes por la vía legal. Sin embargo, en estos días la disputa del Estado contra los buitres ha cobrado mayor relevancia a partir del fallo del juez Thomas Griesa.

En noviembre del 2012 el juez federal de Nueva York, Thomas Griesa, avaló el reclamo de los buitres y ordenó a Argentina a pagar 1.330 millones. Inmediatamente Argentina apeló ante la Cámara de Apelaciones la que le otorgó “efecto suspensivo” el fallo de Griesa y en marzo del año siguiente la Corte de Apelaciones de Estados Unidos le dio a la Argentina plazo hasta el 29 de marzo (de ese año) para que sugiera un plan de pago para los holdouts que quedaron fuera del canje.

Por su parte, el Estado argentino presenta en febrero del 2014 una petición ante la Corte Suprema de los EEUU solicitando que “revise las decisiones erróneas de los tribunales inferiores que prohíben a nuestro país efectuar el pago de los cupones de deuda en cumplimiento” a menos que pague en su totalidad a los fondos buitre. Cuatro meses después, la Corte Suprema rechazó la apelación y el caso volvió a Griesa.

Hasta el momento los buitres tienen el fallo a su favor para cobrar el 100% y al contado, además del cobro de seguros contra default. Sin embargo, si esto se llevase a cabo se gatillaría la cláusula RUFO (Rights Upon Future Offers) lo cual colocaría a la Argentina en default.

RUFO: Se trata de una cláusula que se incluyó en los canjes de deuda de 2005 y 2010 y que prohíbe pagarles más a los holdouts que a los bonistas que ingresaron al canje. Esta clausula figura en el Decreto 1735/04 del canje de deuda y fue incluida por Roberto Lavagna, cuando era ministro de Economía en el 2004 del gobierno de Néstor Kirchner y tiene fecha de vencimiento el 31 de diciembre.

Esta clausula se “gatilla” si la Argentina decide de forma “voluntaria” pagar más a los holdouts que a los bonistas adherentes al canje, teniendo que pagar de igual forma el 100% a todos los tenedores reestructurados.

Sin embargo, para evitar el default Argentina hizo el depósito del pago de 539 millones de dólares en el Banco Mellon a fines de junio manifestando así la voluntad de pago, pero el dinero quedó congelado por orden de Griesa que no permite su acreditación.

Entones, ¿en qué situación se encuentra la Argentina?

Por parte del gobierno rechazan el calificativo de default ya que el depósito del pago se hizo. Sin embargo las calificadoras de riesgo vinculadas al sistema financiero adjudicaron el término de “default selectivo” por tratarse de una parte de la deuda. Consecuencia de ello se disparo el cobro de los seguros por default, siendo beneficiados estos grupos financieros claro.

Todo indica que la posición del gobierno es llegar a diciembre, que es cuando finaliza la clausula RUFO, para sentarse a negociar con los buitres que quedaron fuera del canje sin poner en riesgo la negociación con los bonistas que si entraron al canje, estimada entre 120.000 y 500.000 millones de dólares si se cumpliera la demanda del 100% de los 92.4% de tenedores de títulos ingresados en el canje 2005 y 2010.

En un contexto en el que la Argentina se encuentra afuera del mercado de crédito internacional, pagando la deuda con esfuerzo propio y sin ayuda externa, con las condiciones políticas regionales para plantarse y pedir una auditoria de la deuda como lo hiciera Ecuador en el 2008 -lo cual implico una quita importante de la deuda “ilegitima”-, pareciera que todos los caminos culminarían en el pago de la deuda ya que lo único que se discute es el cuánto y el cómo del pago de la misma.

Todo esto en un contexto de inflación, despidos, ajuste y demandas de políticas sociales para combatir la pobreza, el único camino es el pago para saldar la deuda externa agudizando la deuda interna.

Que los buitres “son depredadores sociales globales”, la carroña del sistema financiero, que esperan pacientemente la caída de una institución o Estado para arrancar hasta el último pedazo de carne, que son lo peor de este sistema generando pobreza y que se amparan en las leyes para su vil negocio es la triste verdad del sistema capitalista que agoniza y se recompone; pero ahora hay que elegir y el camino se bifurca en el horizonte: pagar que sería el mal menor o auditar y abrir la caja de pandora atreviéndose a tocar intereses intocables que trastocan a una esfera muy amplia de la política y empresarios. 

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