Hace algunos meses cuando ambas CGT coincidieron en su reconocimiento al legendario dirigente metalúrgico Augusto Timoteo Vandor, conocido por el alias de “el Lobo”, el que escribe expresó que el sindicalismo es la pata renga del kirchnerismo, y no es necesaria ninguna rectificación al respecto, ya que lo sigue siendo y por creces, mucho más cuando hoy hay una significativa recomposición de la clase trabajadora ocupada.
A diferencia de la base territorial, la base sindical tiene juego propio. Es producto de no depender de otra caja. Si no fuera así sería poco probable que un Moyano se hubiese cortado solo. Tras el cierre de las listas para las PASO, un significativo número de dirigentes de la CGT- Azopardo se pasaron a las filas de Sergio Massa. Tal el caso de Carlos West Ocampo (Sanidad), Armando Cavalieri (Comercio), Oscar Lescano (Luz y Fuerza) y Alberto Roberti (petroleros). Se suponía que los denominados “Gordos” eran oficialistas, pero cuando no hubo puestos, viraron hacia el Frente Renovador. Que se hayan ido tal vez no sea para lamentarlo, pero sí para extraer algunas conclusiones necesarias.
-Hace falta otro sindicalismo, ya que estos señores no se fueron hacia la izquierda, ni son tampoco ningunos paladines de la lucha obrera. Igual que en la otra CGT lo que les importa es mantener sus privilegios de cúpula, y seguir engrosando su propia caja.
-Otra es saber que a veces no hay que contar como propios a los que están muy lejos, ya que muchos de ellos, si tuvieran juego propio saltarían cómodos hacia otro lado.