Llegó la condena. Aunque ahora resta saber si la aplicación del fallo, que todavía no está firme, será suficiente para que el Senado de la Nación pueda iniciar el proceso de desafuero de la legislatura, o como exigen los legisladores de la oposición, separarlo del cuerpo por «inhabilidad moral» sin la necesidad de esperar el dictamen de la Corte a la que el ex presidente Carlos Menem ya apeló.
La causa venta ilegal de armas a “Croacia y Ecuador”, disquisiciones aparte, es sólo la punta del iceberg de la experiencia del paradigma neoliberal y sus resultados nefastos en el conjunto de la sociedad. El proceso regresivo de esa etapa, ha sido suficientemente analizado por economistas y politólogos durante los últimos años, aunque existe hoy una dimensión que nos convoca desde el presente: si alguien creía que se trata de una etapa superada en la vida política del país, sus consecuencias, por ejemplo, se pueden vivenciar claramente en las tragedias ferroviarias de los últimos años.
Si Menen cumple su condena ello no implicará que su doctrina quede sepultada en los anales de la historia, pues el ex mandatario fue, al igual que Videla, apenas un instrumento de las clases dominantes que se apoderaron de los principales resortes del Estado para llevar adelante sus pingues negocios; la cara visible de la Embajada Norteamericana en la Argentina, el alumno fiel de las recetas instrumentadas por ese país en toda América Latina, el mandatario al que todos alabaron y al que no dudaron en soltarle la cuerda cuando su prestigio había caído en desgracia.
Aunque su futuro político este en manos de la justicia, Menem ya recibió su condena hace tiempo. Fue en 2003, cuando ante la posibilidad de ir a una segunda vuelta con Néstor Kirchner decidió desistir del intento. Sabía que iba a recibir el rechazo generalizado del conjunto de la sociedad, el repudio en las urnas. Sin embargo, quienes no recibieron castigo alguno fueron sus mentores, los que valiéndose de su figura y ascendencia en las masas modificaron maliciosamente las estructuras más importantes del Estado nacional. A ellos, todavía no les ha llegado la hora del banquillo.
Es cierto Menem ha sido una contradicción para el kirchnerismo, y en él tal vez haya encontrado el paraguas necesario para su supervivencia política, pero no es menos cierto que quienes intentan correr al gobierno nacional por izquierda fueron los que lo constituyeron en “gerente” de sus políticas.
Su encierro en una cárcel común, o por su avanzada edad el cumplimiento de una condena con arresto domiciliario, serán para estos tiempos apenas un símbolo de una época. Allá, en los laboratorios del Norte de América, nuevas conspiraciones para limitar los procesos democráticos de carácter popular, se diseñan. Ya sea bajo el manto de los denominados “golpes de estado blandos”, o bien, como lo señala nuestro compañero de redacción Nicolás Rojas Scherer en su artículo titulado “Dos nuevas vías de penetración ideológica imperialista”, bajo la formulación de nuevas propuestas intelectuales: la “gobernanza inteligente” y la “cultura estratégica”. La Terra Trema.