Dar cuenta de determinados acontecimientos, en gran medida depende del resultado de ellos. Lo que si queda claro es que las justificaciones nunca son la mejor manera de hacer un balance que permita esclarecer de manera efectiva determinados resultados.Hacer un balance crítico permite revertir y corregir errores, mucho más cuando un resultado es negativo, pero esto también es aplicable a si éste fuera positivo, ya que ningún acontecimiento se cierra en sí mismo, y es aportante de una perspectiva.
Desde las filas del kirchnerismo, se intenta dar cuenta del resultado favorable a Mauricio Macri en las elecciones del pasado domingo, y qué se debiera hacer para que en el balotaje, el Frente para la Victoria pueda revertir la diferencia establecida tras el comicio. Entonces, pero desde una vereda opuesta, uno se encuentra con un editorial escrito por Sergio Kovadloff, hoy en el diario La Nación que se titula Los platos rotos de la derrota, donde en forma invertida se expone lo que no se debiera hacer para extraer un balance correcto, aunque en este caso el balance está hecho desde el triunfalismo macrista.
Kovadloff entre otras cosas afirma que: “Daniel Filmus no puede desconocer lo mucho que ha hecho y dejado de hacer para correr la suerte que corrió en las elecciones de anteayer. Condicionado como estuvo por el desapego personal que, a lo largo de toda la campaña, le manifestó la Presidenta, no pudo sin embargo hacer otra cosa que cargar sobre sus hombros con las consecuencias de las oscuridades sembradas, desde hace mucho, por el gobierno nacional.” Filmus de esta forma para el editorialista, fue una víctima por haber encarnado a Cristina en la ciudad, y más adelante también señala que: “El oficialismo hubiera querido que la confrontación en la Capital fuese entre progresistas y conservadores. La gente decidió que sería entre la ley y la corrupción, entre el espíritu de convivencia y el afán de beligerancia. Y votó contra el Gobierno potenciando la figura de Mauricio Macri a nivel nacional.”
Según Kovadloff los electores votaron contra el autoritarismo y la corrupción, contra la beligerancia y a favor de la convivencia pacífica, y del espíritu democrático. Toda esta retórica pareciera verosímil, si existiera un electorado verdaderamente preocupado por todos estos asuntos, cosa que queda desmentida cuando existen sondeos que indican que casi la mayoría de los electores desconocían o poco les importaban las escuchas ilegales, encargadas por el gobierno de la ciudad, a los actualmente detenidos Jorge “Fino” Palacios y el espía Ciro James, y que el mismo jefe de gobierno Mauricio Macri se encuentre procesado por todo esto. Los electores porteños de esta forma votaron contra el autoritarismo pero no contra los ataques de la ex UCEP. Tal vez Kovadloff para ser un poco más certero podría haber dicho que Macri ganó por plantear que existe una “inmigración descontrolada” o por la ineficiencia de su gestión, que poco parece importarle a muchos de sus votantes, pero su elección es dar una vuelta de tuerca para presentar a Macri como un paladín del diálogo y la pacificación, cuando éste se negó a participar de cualquier debate previo al acto eleccionario, y presentar al gobierno nacional como el símbolo del autoritarismo irracional, y aseverar que Filmus fue el gran castigado por representar a todo ello. En este mismo sentido ya los medios hegemónicos se encargan de aseverar que el gobierno nacional, recibió en las elecciones porteñas un rechazo del 70 %, simplificando de esta forma el escenario electoral de las presidenciales de octubre.
Cuando uno lee estos balances, que más que mostrar una realidad, lo que intentan es persuadir de otra cosa, es en ese mismo punto donde uno se da cuenta de lo que no se debe hacer cuando uno está de este lado.