La problemática de la “seguridad”, es uno de los temas que mayor trascendencia tiene en los medios, y por lo tanto forman a partir de su reproducción al infinito, un sentido común espontáneo, que no repara en las profundas causas en las que se sostiene el flagelo, e incluso propone soluciones mágicas, la mayoría de las veces inadecuadas, desviando la posibilidad de realizar un diagnóstico certero que permita llevar adelante un proyecto para encontrar soluciones fehacientes y comprobables.
El nombre “seguridad” hoy engloba diferentes elementos que muchas veces no tienen conexión entre sí, más allá de ser parte de una matriz social y cultural común, y que sin dudas debieran ser demarcados para poder abordarlos correctamente.
Hoy conmociona y sensibiliza la noticia del crimen de un niño de nueve años en Lincoln, mientras durante la semana circuló el video de la escena donde fuera asesinado un oficial de policía en La Plata, la madrugada del pasado domingo. En un acto de amarillismo panfletario el matutino platense El Día hoy hace tapa exclamando “Basta con los chicos”, en clara asociación de hechos donde si bien las víctimas fueron niños, el caso de Tomás Dameno Santillán dista de ser asociable al caso de Candela Sol Rodríguez. Al menos los móviles detrás de los que está la Justicia en ambos casos son muy diferentes, y no responden a la lógica de lo que comúnmente se denomina inseguridad: salideras bancarias, robo de automotores o de comercios, para dar unos pocos ejemplos significativos.
La prensa amarilla alimenta el morbo, ese que sin dudas existe en una porción considerable de la población, de la misma forma que cierta pornografía muchas veces extremadamente perversa también es consumida a condición de no incurrir en la pedofilia. Pero el pasaje de la morbosidad al panfleto encierra una trampa casi imperceptible, que es la fascinación por el horror, cosa que evidentemente nubla la racionalidad para proclamar luego consignas que pueden ser digeridas sin pasar por el gusto.
A diferencia de los medios gráficos, el formato digital permite el comentario inmediato, y la seguidilla de ellos también son parte de la formación de opinión. Es interesante leer las diferentes opiniones escritas en Internet, y a partir de ahí sospechar que muchos de los comentaristas son parte del mismo medio, intentando con mayor liviandad y con lenguaje menos desprejuiciado llevar adelante toda una operación. El año pasado salió a la luz, divulgado primeramente por Miradas al Sur, y luego por Tiempo Argentino, que existía una agencia llamada La Ese, liderada por el publicista Carlos Souto que hacía el trabajo sucio para Clarín. Ellos eran los que creaban términos como Kretina, KK, Diktadura, etc, etc.
Con todo esto la intención no es afirmar que no existen hechos delictivos, ni violencia, sino problematizar el fenómeno llamado “inseguridad” para que la sociedad pueda tener un diagnóstico certero y pueda proponer soluciones, que no sean las que esbozan los empleados de agencias como La Ese, afirmando que el problema son los Derechos Humanos, o la imposibilidad de utilizar pistolas Taser, o los bajos salarios de los policías, o que hace falta “mano dura”, pena de muerte, y “prender fuego a las villas”.