Walter Barboza
Máximo Nicoletti, según cuentan los historiadores de la década del ’70, es el nombre de uno de los responsables del atentado a la fragata “Santísima Trinidad”, ocurrido en el Astillero Río Santiago de la ciudad de Ensenada en septiembre del año 1975. Su nombre, quizás, hubiera pasado a ocupar un lugar privilegiado entre los militantes de las organizaciones armadas que lucharon contra la dictadura de Lanusse, contribuyeron a la vuelta de Perón después de su largo exilio, o bien resistieron a la dictadura militar después del golpe de 1976, si no fuera porque su prestigio cayó en desgracia cuando su voluntad fue quebrada para colaborar con los hombres de Massera durante su cautiverio en la ESMA, cuando participó en operaciones militares durante la guerra de Malvinas y cuando finalmente se convirtió en pirata del asfalto en los años ’90.
El ataque a la fragata Santísima Trinidad es recordado significativamente por la militancia de esos años, pues la acción contra la embarcación, que se encontraba en construcción en Ensenada, implicaba una afrenta certera al centro del poder. Allí la Marina tenía, y tiene, una presencia importantísima, ya que en las inmediaciones del Río Santiago se encuentra el Liceo y la Escuela Naval, que son las dos instituciones responsables de formar a los cuadros de esa fuerza. Un ataque de esa naturaleza, implicaba un desafío al ala más dura de lo que fue después el Estado Mayor conjunto en tiempos de la dictadura.
Nicoletti, quien hoy vive en la República Argentina, nació en la provincia de Chubut y desde joven fue un gran deportista que se destacó en natación con aletas. Ello quizás fue una de las condiciones personales que le valió la posibilidad de ingresar a la organización Montoneros en la que, una vez adentro, comenzó a dedicarse a la tarea de buzo táctico. Nicoletti, además de haber participado de la acción contra la fragata Santísima Trinidad, fue uno de los responsables de la logística en la fuga de la cárcel de Trelew y de la colocación de una bomba que concluyó con la muerte del temible comisario general Alberto Villar y su esposa en el año 1974.
En el año 1977, tras participar de un atentado contra el Almirante Anibal Guzzetti, quien por entonces era Ministro de Relaciones Exteriores de la dictadura, fue capturado por el grupo de tareas 3.3.2. Las versiones, recogidas a través de muchos sobrevivientes del horror de la ESMA, aseguran que Nicoletti comenzó a colaborar con la marina sin que medie tortura alguna. Las más benevolentes, explican que su voluntad fue quebrada a partir de los mecanismos de persuasión propios de la beligerancia de los marinos.
La contracara de la historia militante y revolucionaria de Nicoletti sería la siguiente: una vez detenido comienza a colaborar activamente con la Armada. Señala en la vía pública, en los procedimientos que lleva adelante la inteligencia naval, a sus ex compañeros de militancia. Ayuda, entonces, en la desarticulación de la estructura de la organización Montoneros que quedó en la Argentina.
Pero su historia no termina allí. Según parece los jefes de la Armada estaban muy interesados en la destreza técnica y militar de Nicoletti. Es por ello que en el año 1978, durante el conflicto que la Argentina mantiene con Chile por el canal de Beagle, la Marina le pide que prepare un operativo similar al que llevaron a cabo en el año 1975 con la Santísima Trinidad. La mediación papal impidió que el asunto pasara a mayores y el plan entonces fue desestimado.
Sin embargo Nicoletti tendrá una segunda oportunidad. Será en 1982 durante la guerra de Malvinas. Aquí ya no hay rumores, ni versiones, sino el testimonio directo del propio Máximo Alfredo Nicoletti en el documental “Operación Algeciras” del español Jesús Mora (Ver http://www.youtube.com/watch?v=IR0Hdj_DTH8). Allí, con total liviandad, Nicoletti narra parte de su derrotero. Explica con lujo de detalles como participó, junto a la armada, en la organización de un frustrado atentado a las embarcaciones inglesas amarradas en Gibraltar. Las bombas que se iban a colocar habían llegado por valija diplomática a través de la embajada argentina en Madrid. La operación fue desarticulada por personal policial y constituyó un escándalo diplomático. Quizás -plantea el trabajo de Mora- hubiera sido una operación que hubiera cambiado el curso de la historia del conflicto entre Argentina e Inglaterra.
Su vinculación con la armada quedaría ligada por lo menos hasta el año 1989, en el que los alzamientos “carapintadas” de Mohamed Alí Seineldín, lo encontrarían como instructor de buceo de la Prefectura Naval, una función que habría ocupado por lo menos desde el año 1983.
El corolario de Nicoletti lo tendrá como protagonista de un golpe propio de la delincuencia común, pero con ribetes cinematográficos semejantes a series como Misión Imposible. De la lucha armada de los años ’70, a la “piratería del asfalto” en el gran Buenos Aires en la década del ‘90.
Ocurrió el 28 de febrero de 1994, cuando Nicolletti participó de un golpe comando de muchísimas repercusiones en esa época. El ex buzo táctico, junto a dos ex integrantes de distintas organizaciones armadas, tres agentes de la Policía Federal en actividad, dos ex suboficiales del ejército y un agente del Servicio de Inteligencia Naval (SIN), asaltaron un camión de caudales y se alzaron con un botín de un 1.800.000 dólares.
En los veinte allanamientos que llevó a cabo la policía, encontraron uniformes militares, equipos de comunicaciones, documentos de identidad, cajas de proyectiles, armas cortas, escopetas, ametralladoras. Nicoletti fue apresado tiempo después (en mayo de ese año) en el sur argentino. Sólo tenía en su poder un monto de 120 mil pesos, que en el año 2010 le reclamó a la justicia que se los devolviera porque el caso nunca había sido cerrado.
A través de un escrito presentado en los tribunales de Morón por su abogado Aurelio Real, conocido también por haber sido abogado de Seineldín, Nicoletti reclamó la devolución de las pertenencias que le fueron retenidas durante el operativo en el que lo detuvieron. El argumento es que habiendo prescripto la causa en el año 2009, Nicolettí, quien había sido beneficiado en el año 1999 por el sistema de la Ley del 2×1, quedaba eximido de cualquier responsabilidad en el asalto al blindado y eso le daba pleno derecho a exigir la devolución de sus pertenencias. Nicoletti pidió el dinero a precio actualizado, porque cuando fue detenido regía la ley de convertibilidad.
Que el caso de “Alfredo”, como se lo conocía como nombre de guerra, no empañe el reconocimiento que miles de militantes populares merecen por haber participado en la lucha por una sociedad más justa y equitativa. Muchos de ellos hoy lectores y colaboradores de esta revista digital.
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