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En política vale la celebración del triunfo, pero es menester evaluar con cautela la derrota, sobre todo si se trata de la ajena. Reducir la confrontación política a números binarios, analizarla en términos de blanco o negro, sin considerar sus grises, puede conducir a resultados equivocados, sobre todo si de “la perspectiva” se habla.

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Intendente Sergio Massa

Por Walter Barboza

En política vale la celebración del triunfo, pero es menester evaluar con cautela la derrota, sobre todo si se trata de la ajena. Reducir la confrontación política a números binarios, analizarla en términos de blanco o negro, sin considerar sus grises, puede conducir a resultados equivocados, sobre todo si de “la perspectiva” se habla.

Por ello es muy prematuro apurar candidaturas, anticipar el cambio de un escenario político y señalar el fin de un ciclo a partir de la lectura apresurada de la coyuntura. Para los medios concentrados, el triunfo de Sergio Massa puede resultar un incentivo para declarar el agotamiento de un proceso, o el bálsamo que viene a purificar lo que ellos definen como “un relato” contaminado por una supuesta “épica” kirchnerista. Una formula discursiva para negar un “cambio de época”, cuyo sentido no les resultó favorable en términos empresariales. Sobre todo ahora que la Corte Suprema de Justicia, acaba de declarar la constitucionalidad de la Ley de Medios aprobada por el Congreso Nacional y que fuera diseñada a partir del aporte invalorable de numerosas organizaciones políticas y de la sociedad civil.

Maximizar el resultado, obviando que sobre el proyecto político del gobierno nacional descansan, independientemente de las candidaturas equivocadas, un sin número de militantes con claras convicciones sobre lo que pretenden como modelo de país, es un yerro.

Pero qué dicen los datos: El oficialismo retuvo el 33% de los votos y controla la mayoría del Congreso. Massa ganó en el territorio bonaerense, pero el Frente para la Victoria no socavó el piso de 2009. Es decir mantuvo su base electoral. Scioli se debilita, pero el triunfo de Capitanich, o la performance Sergio Urribarri, los posiciona como posibles candidatos para 2015. Una noticia que en términos históricos puede resultar alentadora, si se considera que el interior siempre ha tenido fuertes resistencias a las candidaturas porteñas o bonaerenses desde que Buenos Aires era un solo territorio.

En el panorama económico, la situación es de clara estabilidad. Lo señaló en rueda de prensa la titular del Banco Central de la república Argentina, Mercedes Marcó del Pont, quien se refirió a la situación de empleo, el control de cambios y la marcha de la economía en general. Para el año que viene el gobierno dispondrá de la tercera parte de unos 3000 millones de dólares del Banco Mundial, que será utilizada para engrosar las reservas monetarias. Es decir no se esperan grandes sobresaltos.

Por ello no debería llamar la atención una nota de análisis político que hizo esta semana el columnista estrella del diario La Nación, Carlos Pagni, quien se refirió a estos datos y ensayó una respuesta a la premura con la que se vistió el triunfo de Massa por los medios de información críticos del proceso político. En la misma, escrita bajo el título “Incertidumbre, otra vez”, escribió: “Cristina Kirchner podrá condicionar la escena pública durante los próximos dos años y supervisar su sucesión. Una capacidad que olvidan muchos de sus opositores. Vale para ella lo que escribió David Duff sobre Napoléon III: Con él los franceses cometieron dos errores. Cuando llegó, pensar que era un genio. Y cuando se fue, suponer que era un idiota«.

Pagni alerta sobre la subestimación del otro, en la que habrían caído las fuerzas de oposición. Pero el rasgo distintivo del centenario periódico estaría fundado en sus primeras líneas, cuando el cronista de La Nación dice: “El resultado más ostensible del ciclo electoral de este año es que la política sigue atrapada en la crisis que se inauguró en el año 2001. La fragmentación que acompañó al derrumbe de Fernando de la Rúa intentó ser superada con el liderazgo absorbente de los Kirchner”.

Y luego remata: “Ahora que ese liderazgo ingresa en su crepúsculo, reaparece la carencia de un sistema equilibrado y eficiente para organizar el poder. Éste es el rasgo principal de la transición que se ha iniciado: el curso que tome la vida pública dependerá, por lo menos hasta el año 2015, de las decisiones que adopten innumerables sujetos”.

A confesión de parte relevo de pruebas: Pagni expresa el pensamiento de los fundadores del diario y de los sectores más conservadores del país: la necesidad de contar con un sistema de partidos claramente organizados, sobre los que se pueda gravitar desde algún lugar para avanzar en las definiciones políticas que más le interesan a ese medio.

Para la derecha tradicional argentina, el proceso político iniciado en 2003 todavía continúa vigente y la dispersión de las fuerzas políticas no ha arrojado un panorama claro de lo que pueda suceder.

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