Los observadores de la Unión Europea observaron varias irregularidades, como la compra de votos, pero Paraguay no es Venezuela: no está en la mira del mundo. Y la compra de votos es parte de los “usos y costumbres” de la democracia corrompida por la clase política mafiosa, articulada con todo tipo de tráficos, dineros turbios y robos al Estado. Incluso los gobiernos progresistas ya felicitaron al ganador que prometió la vuelta al Mercosur.