Por Isaac Rudnik.
Una vez más, se constata que en los barrios populares en los que viven las familias de menores recursos, es donde primero y más fuertemente impactan los incrementos de precios. Probablemente, en los meses siguientes se produzcan subas de menor magnitud, pero sobre el piso de valores que no bajarán, mientras tanto los salarios y las jubilaciones mínimas, las asignaciones sociales, las remuneraciones de los empleos informales, reciben aumentos -si los reciben- siempre de menor cuantía. Por ahora, no hay ni final ni luz para este oscuro túnel en que nos metió el presidente.
El 10 de diciembre asumió el nuevo gobierno encabezado por Javier Milei, que según anunció en su discurso de asunción viene a resolver alguno de los problemas más graves que afectaron a los argentinos y argentinas en los últimos años: en primer lugar, la creciente inflación que no dejó de multiplicarse desde fines de 2007 a la fecha.
Dieciséis años de creciente inflación
A fines de 2007, se producen los primeros indicios de la reaparición de esta enfermedad que llegaba para quedarse. Ya durante el segundo gobierno de Cristina, desde 2012 a 2015, la Canasta Básica Total (CBT) subió un 165,90% y la Canasta Básica de Alimentos (CBA) aumentó 160,32% [1]
A su llegada a la presidencia a fines de 2015, Macri intento generar una expectativa positiva respecto a la solución de este cáncer (Macri dixit: “lo solucionamos rápidamente”). Pero por el contrario se pudo ir constatando rápidamente, que las recetas que fue aplicando su gobierno, lejos de empezar a resolver el problema, lo fueron agravando: en sus cuatro años de mandato la CBT se incrementó 349,87% y la CBA 310,12%
Alberto Fernández inició su gobierno con 4,26% de aumento en CBA, y 4,68% en la CBT en los primeros treinta días, diciembre de 2019. Al término de su presidencia, la suba total llegó a más de 1000% (más de mil por ciento) en ambas mediciones.
Desde fin de 2007 en adelante, a lo largo de dieciséis años los distintos gobiernos ensayaron estrategias similares: negociaciones con los formadores de precios con la puesta en marcha de programas de precios de referencia acordados con ellos (precios cuidados, precios cercanos, precios justos y otros parecidos), sin instalar controles reales para el cumplimiento de los “acuerdos”, evadiendo la aplicación de la ley de abastecimiento, y sobre todo, evitando confrontar con ellos. El resultado está a la vista: multiplicación exponencial de todos los precios no regulados, especialmente de los alimentos, que obviamente fueron dejando desfasados los precios regulados: energía, combustibles, transporte, tarifas en general, y sobre todo el valor de la divisa. En paralelo, un avance generalizado de la concentración en la producción y comercialización de alimentos, que fortalece la capacidad de negociación de los grandes grupos y un debilitamiento manifiesto de las herramientas de control del estado.
La “solución” libertaria
Ante el naufragio manifiesto de estas estrategias, que una y otra vez anunciaban “enérgicas” intervenciones del Estado que nunca llegaron a producirse, Javier Milei desarrolla la misma argumentación que instala en todos los frentes en los que disputa contra la presencia del Estado. Según su curioso parecer, los supuestos controles que se instalaron (que en la realidad no fueron tales) no tuvieron ningún efecto, porque cualquier interposición del estado sobre la dinámica del mercado está destinada al fracaso.
Por este camino llega a la conclusión que la liberación total de todo tipo de barreras o vigilancias, va llevar al autocontrol de los monopolios, y a la moderación de los incrementos en los precios de la economía en general, y de los alimentos en particular. Según esta insólita teoría, los grandes formadores de precios que en estos años fueron adquiriendo cada vez más poder, y que nunca dejaron empujar para aumentar sus ganancias subiendo los precios, ahora que no se les aplica ninguna limitación se van restringir solos, induciendo a una tendencia inflacionaria descendente.
Resultado: en su primer mes de gobierno con esta orientación, los alimentos suben 48,48%
Según el relevamiento mensual que realizamos en 850 negocios de cercanía de barrios populares de 20 distritos del conurbano bonaerense, una familia de dos adultos/as y dos hijos/as pequeños/as en noviembre pasado necesitaba para adquirir sus alimentos indispensables durante todo el mes $182.905 , mientras que en diciembre – ya con Javier Milei en la conducción del gobierno nacional – la misma familia requirió para tener los mismos alimentos en su mesa la suma de $271.572 o sea 48,48% más que treinta días antes.
Esta abrupta suba en diciembre también contribuyó a elevar fuertemente la variación anual, que ya venía muy alta (185% de noviembre 2022 al mismo mes de 2023). Así a lo largo de todo el año 2023 la CBA subió por encima del 323%.
Por su lado, la Canasta Básica Total (CBT) que incluye, además de los alimentos, un conjunto de productos que son igualmente indispensables para la vida cotidiana de las familias y las personas, tuvo en diciembre una suba de 45,71%, mientras el incremento en todo el 2023 llegó a 292%. Así, una familia de cuatro personas requirió en diciembre casi 180 mil pesos más que en noviembre para adquirir sus productos básicos, y no caer bajo la línea de pobreza.
En los doce meses de 2023 las carnes encabezaron los aumentos con un 354,03%, seguidas por los productos de almacén que se incrementaron 350%, y las verdura y frutas tuvieron subas de 222,21%.
Cena de Navidad y/o Año Nuevo, difícil de solventar
Según nuestro relevamiento de precios para una austera cena navideña y/o de año nuevo, compuesta por 22 productos básicos, el incremento de la misma mesa con los valores del año pasado tuvo una suba de 209% si optan por comer pollo, y si eligieron reemplazar el pollo por una tira de asado de 2kg el aumento es 278%.
A finales de 2022 esta cena con pollo se podía cubrir con $6785, mientras que este año la misma costó $20.966. Con asado el año pasado costaba $8060, y doce meses después se podía repetir sólo si la familia podía gastar $ 30.466 en la comida de una sola noche.
Es difícil ver que una familia en la que el jefe y la jefa de hogar tienen empleo registrado y cada uno cobra el salario mínimo, hayan podido gastar más de $50.000 para disfrutar de una cena con asado y la otra con pollo en ambas fechas. Ni pensar si tienen que deambular detrás de empleos informales, con salarios inferiores al mínimo, situación que padecen una gran parte de los hogares que se encuentran por debajo de la línea de pobreza.
Una vez más se constata que en los barrios populares en los que viven las familias de menores recursos, es donde primero y más fuertemente impactan los incrementos de precios. Probablemente en los meses siguientes se produzcan subas de menor magnitud, pero sobre el piso de valores que no bajarán, mientras tanto los salarios y las jubilaciones mínimas, las asignaciones sociales, las remuneraciones de los empleos informales, reciben aumentos -si los reciben- siempre de menor cuantía. Por ahora no hay ni final ni luz para este oscuro túnel en que nos metió el presidente.
Los productos que más aumentaron:
*Isaac Rudnik es Director Nacional del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI).
[1] Todos los datos de variación de precios de esta nota son los que surgen del Índice Barrial de Precios, relevados en el conurbano bonaerense.