* Por Oreste Poggi
El 7 de abril pasado se celebró el Día Mundial de la Salud. Es un tema que me apasiona. Califico a los gobiernos según su dedicación para resolver este problema, que es muy serio en nuestro país. Desde hace 70 años muy pocos gobiernos lograron calificar. A la gran mayoría los aplacé.
A partir de hoy inicio una aventura: escribir algunas ideas sobre esta temática con el objetivo que me ayuden a perfeccionarlas.
Expreso mis opiniones desde el punto de vista de un paciente más o menos sano. No soy profesional ni técnico de la medicina ni tampoco empleado del sistema sanitario; como muchos saben, trabajé en el Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires y como tal cuento con una obra social que, aún con todas las deficiencias que tiene, es la más importante de la Provincia.
No formo parte de los millones de habitantes que sólo pueden acudir a las salitas o a los hospitales estatales, lo cual no significa una desvalorización de estos establecimientos; por suerte no es corta la lista de los que prestan un servicio muy superior a la mayoría de los privados gracias, fundamentalmente, a sus profesionales y técnicos. Sucede que son escasos en relación a la demanda existente.
Describo esta situación personal concreta porque tal vez sirva para visualizar desde qué punto de vista voy a opinar sobre el tema Salud.
Considero que en la gran mayoría de los casos y situaciones (cercanas al 100%) en que hablamos y/o escribimos utilizando el concepto salud, en realidad no lo hacemos de acuerdo a las definiciones más modernas. Salud es mucho más que curar la enfermedad.
Es vida digna; es la posibilidad de hacer tu voluntad, que el cuerpo o la mente no sean cárcel de ella; es poder desarrollar la nota más característica de la condición humana: la capacidad de creación. Esta definición es una manera personal de traducir la que aprobó la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de la Salud realizada en setiembre de 1978 en la ciudad de Alma Ata (fue capital de la República Socialista Soviética de Kasajistán):» La Conferencia internacional de atención primaria de salud, reunida en Alma-Ata el día 12 de septiembre de 1978, expresando la necesidad de una acción urgente por parte de todos los gobiernos, de todos los profesionales sanitarios y los implicados en el desarrollo, y por parte de la comunidad mundial, para proteger y promover la salud para todas las personas del mundo, establece la siguiente Declaración:»
I.» La Conferencia reafirma con decisión, que la salud, que es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad; es un derecho humano fundamental y que la consecución del nivel de salud más alto posible es un objetivo social prioritario en todo el mundo, cuya realización requiere la acción de muchos otros sectores sociales y económicos, además del sector sanitario.»
En realidad cuando se acude al médico es porque la salud pasa por alguna dificultad, ya está quebrantada. Y sus causas son múltiples; reconocen orígenes socio-económicos y biológicos. Desde allí el estado debe encarar su obligación constitucional de ser garante de la salud. El estado debe garantizar empleo digno, vivienda, educación, medioambiente y alimentos seguros y además un sistema sanitario estatal, universal, gratuito, integral, integrado, accesible, con la metodología de la Atención Primaria en Salud como columna vertebral del mismo. En definitiva se trata de un programa general de gobierno.
Seguimos en gran parte del campo popular confundiendo salud con enfermedad. No se trata de una cuestión gramatical; esta “confusión inducida” por la ideología dominante en la materia tiene graves consecuencias económicas, en general, y en la política sanitaria, en particular.
Será tema de la próxima nota.
* Jubilado del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires.