Al final se murió el ex dictador Jorge R. Videla, para alivio de la abrumadora mayoría de los argentinos. El drama es que se llevó a la tumba secretos de la represión ilegal. El desafío es saber cuánto están democratizadas las FFAA.
Cuando muere un personaje tan nefasto como Videla, son reveladoras las palabras que opinan y también los silencios.
Como aquel fue visualizado como un representante del terrorismo de Estado y la entrega de la economía en la dictadura militar-cívica, era obvio que no se iban a escuchar llantos por su partida. Hasta sus amigos y admiradores, que deben haberle quedado algunos, lo habrán llorado en recato.
Hasta quienes se beneficiaron con negocios nacidos del cautiverio y tortura -Clarín y «La Nación» apropiándose de Papel Prensa- optaron por el oportunismo desde que se conoció el deceso, el 17 de mayo.
Si esos medios hubieran sido coherentes con su trayectoria, deberían haber puesto en sus portadas: «Falleció el ex presidente Jorge Videla; militar democrático debió lidiar con la etapa más difícil de la Argentina y con métodos no siempre ideales pudo acabar con la violencia; su moderna política económica abrió el país al comercio y la inversión extranjera. Su salud estaba quebrantada por su edad, pero sobre todo por el ajetreo de juicios revanchistas promovidos por Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Quedará para el debate de otras generaciones, no las actuales, los excesos que el general pudo haber cometido».
Como esos monopolios son muy perversos, pero no tontos, no tuvieron la franqueza de publicar notas como esa. Al contrario, tildaron al muerto de ex dictador. Sus columnistas, como Beatriz Sarlo, escribieron que debía ir al séptimo círculo del Dante (el de los violentos) y deploraron su falta de arrepentimiento.
«Gaceta Ganadera» y «Gaceta Marinera».
Siempre les queda algún rastro de videlismo, vergonzante, a los medios concentrados. «Gaceta Ganadera» pintó ayer al occiso como que no quería dar el golpe de Estado. En «Del poder sin límites al final en una cárcel», de la «tribuna de doctrina», se lee: «no hay indicio valedero que permita afirmar que Videla haya tenido desde un comienzo la intención de derrocar a Isabel Perón. Es más: justamente el argumento esgrimido al elegírselo fue la necesidad de asegurar la disciplinada obediencia castrense».
El general fue elegido por Isabel Perón como jefe del Ejército a fines de agosto de 1975 y a esa altura ya estaba tomada la decisión golpista. Algunos generales reconocieron que tal acuerdo fue tomado el mismo 25 de mayo de 1973, ante el repudio popular que los despidió de la Casa Rosada cuando asumió Héctor J. Cámpora. Así lo declararon a «Gente». En la segunda mitad de 1975 ya esos militares estudiaban el elenco que los acompañaría en el «proceso de reorganización nacional». Comenzaron por el reclutamiento fácil del presidente de Acindar, José A. Martínez de Hoz, quien elaboró y les puso el devastador plan económico.
Mucho más franco fue «La Nueva Provincia», hoy dirigido por Vicente Massot. En su portada aludió al «Ex presidente Videla», adecentando la imagen del dictador. Claro que la semblanza no fue tan cálida como la que hizo en noviembre de 2010 al fallecido Emilio E. Massera. Hay que tener en cuenta que el matutino bahiense siempre rindió honores a la Armada, al punto que también se la conoce como «Gaceta Marinera».
Sin arrepentimiento.
En la entrevista que concedió a la española «Cambio 16» y conocida una primera parte el 15 de febrero pasado, Videla dijo que «el matrimonio Kirchner vuelve a retrotraer todo este asunto a la década de los setenta, y vienen a cobrarse lo que no pudieron cobrarse en esa década». Esa acusación tiene puntos de contacto con los monopolios privados de la información que en las columnas de Joaquín Morales Solá y Mariano Grondona cuestionaron al gobierno nacional por practicar una «memoria unilateral», benévola con los Montoneros y la guerrilla setentista.
En la segunda parte de esa entrevista, el 17 de marzo último, Videla amenazaba con otro golpe: «de perpetuarse el Gobierno en el poder, en la senda de trocar el sistema representativo, republicano y federal por un comunismo a la cubana, serán las Fuerzas Armadas y de seguridad las que lo impedirán».
Luego exhortó a los oficiales más jóvenes a armarse para resistir al gobierno democrático y de paso obtener la libertad y amnistía para los centenares de militares en retiro condenados en juicios por violaciones a los derechos humanos.
A propósito, no se vio a los pulpos de las comunicaciones tan preocupados por investigar semejantes amenazas a la democracia, viniendo de alguien que ya la había violado en 1976. En esos estados mayores de la oposición política el gran peligro para la vida republicana era el
empresario enriquecido Lázaro Báez, cuya acumulación por supuesto vale la pena escudriñar, pero sin sacar la lupa de encima a personajes como Videla. Salvo que se le deban al ex dictador algunos favores como la planta de PP…
Se dijo al inicio que eran interesantes las declaraciones sobre el ex preso de Marcos Paz pero también los silencios. Hasta el momento de escribir estas líneas era atronador el silencio del Vaticano. El Papa Francisco, que es Bergoglio, algo tendría que haber dicho sobre ese personaje, su rol en la Argentina y el de la cúpula de la iglesia de la que el obispo formó parte. Un Papa tan dicharachero, ¿enmudecido?
¿Cuánta democracia?
El cuadro de Videla y el de Reynaldo B. Bignone ya no están en el Colegio Militar, y fue una buena medida ordenada por el ex presidente Kirchner. Aquel no tendrá honores militares, porque así lo dispuso para casos similares la ministra de Defensa, Nilda Garré. También hace varios años que el Ejército argentino no realiza con su similar norteamericano el «Ejercicio Cabañas»; lamentablemente la Armada sí hace con sus colegas yanquis los Operativos Unitas y Panamex.
Ahora que Videla se fue al Séptimo Círculo del infierno del Dante, es importante reflexionar sobre cuál es el grado de democratización y de participación de las FFAA con sus colegas de la Patria Grande.
Hoy no hay soldados estaqueados ni desaparecidos, como en tiempos de Videla, Galtieri y Bignone, por lo que los opositores que califican al actual gobierno de «dictadura» falsifican la realidad.
Sin embargo, ¿por qué siguen los militares argentinos ocupando Haití como parte de la Minustah, cuando ese pueblo necesita ayuda material y técnica? ¿Acaso los militares del país hacen cursos con la Fuerza Armada Bolivariana de Venezuela y estudian la hipótesis Malvinas? No. ¿Por qué? ¿Se le tiene miedo al cuco chavista y castrista que estaría infiltrado en Caracas? ¿Y en cambio no hay reserva con los militares del Pentágono, responsables de tantas guerras, crímenes y torturas cometidas alrededor del mundo y en sus 76 bases militares en América Latina?
No basta con maldecir a Videla y decir «uno menos». Habría que mejorar la calidad democrática y nacional-popular de nuestras armas, o sea de quienes las portan…
Macri y De la Sota compiten.
El jefe de gobierno porteño tomó la delantera de la oposición con un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) supuestamente para defender la libertad de prensa y de expresión en el ámbito de la Capital Federal. El objetivo declarado de la pieza es blindar al grupo Clarín de la presunta amenaza atribuida al gobierno, de intervenir la empresa.
Según el relato opositor, en base a las reformas al sistema de regulación de capitales, la Comisión Nacional de Valores podría intervenir compañías por 180 días, por ejemplo ante resultados negativos de sus balances.
Tal facultad ya la tiene el Banco Central, en relación a los bancos que operan en el mercado, como lo aclaró Alejandro Vanoli, titular de la CNV, pero el PEN no piensa intervenir a Clarín ni tampoco en desplazar por medio año a los ejecutivos de los bancos Río o el Francés. Dicho sea de paso, ésta no sería una mala idea, pero no por resultados deficitarios de las entidades sino por todo lo contrario: más de 19.000 millones de pesos embolsados por los bancos en 2012…
Lo que sí han planteado diputados oficialistas fue que el Estado adquiera el 24 por ciento de PP para acumular una mayoría de 51 por ciento en un insumo básico como es el papel para diarios. Una iniciativa así sería perfectamente legal y constitucional.
La supuesta amenaza de intromisión del kirchnerismo en Clarín es una cortina de humo para ocultar la realidad: van casi cuatro años que ese monopolio bloquea la aplicación de la ley N° 26.522 de servicios de comunicación audiovisuales. Ese no es un peligro difuso ni inventado sino una violación de la legalidad y de la libertad de prensa y el derecho humano a la información.
El gobernador de Córdoba imitó a Macri dictó unos días más tarde un decreto igualmente clarinesco. En su defensa a rajatabla de los monopolios, ambos terminarían coincidiendo con Videla y Massera en otro aspecto: Vicente Massot, director de «La Nueva Provincia», está procesado por la desaparición de dos obreros gráficos y por ahora un juez amigo lo salvó de ir preso. Si otra instancia judicial determinara la prisión preventiva para ese periodista procesista, decretos como el macrista y el delasotista podrían beneficiar a un cómplice del terrorismo de Estado. ¿Eso sería defender la libertad de prensa?