Jorge Déboli*
La desesperación del CEO del grupo monopolio aumenta día a día al verse cada vez más cerca de Comodoro Py, donde tendrá que responder por “la empresa que se quedó en la sala de torturas” durante la dictadura a la que dio cobertura, encubrió e hizo negocios. En materia de delitos de Lesa Humanidad, además de imprescriptibles, ya la Corte Suprema sentó jurisprudencia donde a esta altura es impensable un paso atrás.
Para evitarlo, articula con sus esbirros, que crean historias de la que luego ellos mismos se cuelgan para batir el parche como un hecho real, y de la que también se hacen eco sus mejores alumnos, los gerentes de la mayoría del arco político opositor, que sin proyectos, ni ideas, saben que cualquier cosa que repitan o hagan funcional a los intereses del monopolio, tienen asegurado espacios periodísticos en los múltiples medios que lo integran.
La última creación
La versión lanzada por una de las empresas del grupo (a través de un socio oculto), sobre la inminencia de una intervención al Grupo Clarín, fue inmediatamente rebotada por los medios que lo integran y sus relacionados. “El Grupo Clarín podría ser intervenido en las próximas horas y parte del paquete accionario de Papel Prensa sería confiscado en pocas semanas. Es la expresión más cabal del terrorismo simbólico de un Estado cuyas autoridades nacieron democráticas”, dijo uno de sus columnistas, que de Terrorismo de Estado conoce mucho, aunque no precisamente del simbólico.
Resulta totalmente absurdo que el gobierno que más hizo por la Libertad de Expresión en la Argentina, enfrentando al verdadero poder económico concentrado y su principal aliado, el monopolio con sus poderosos tanques mediáticos, vaya a intervenir a un grupo de medios que se cae solo, contradiciendo todo lo hecho en materia de ampliación de derechos y libertades de prensa y expresión.
El control de la palabra escrita
Respecto de la situación de Papel Prensa (PP), la única fábrica de papel para diario de la argentina, con la que el monopolio construyó su imperio a partir de su venta y distribución discrecional, el columnista estrella del grupo señala que “Es el final de un largo proceso en el que fracasaron todos los intentos anteriores del Gobierno para controlar la única fábrica argentina de papel para diarios, propiedad mayoritaria de los diarios La Nación y Clarín”.
Nada más alejado de los hechos: PP hasta que intervino el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, el 6 de octubre de 2010, que mediante la Resolución 1, obligó a esta empresa monopólica a vender papel a todos los periódicos del país que lo demandaran, al mismo precio que el que pagan sus dos principales clientes y al mismo tiempo sus principales accionistas privados. Hasta entonces, el 90 por ciento de las empresas periodísticas gráficas de la argentina, no sólo estaban fuera de la llamada cuota de papel nacional, sino que debían recurrir al mercado de revendedores de Papel Prensa, o al de importadores, donde pagaban casi el doble (U$S 1150 la tnl), del precio “oficial” (U$S 630 la tnl).
Iniciativa necesaria
Con relación al proyecto de Ley presentado en el Congreso de la Nación por diputados del Frente para la Victoria, mediante el cual se propicia la expropiación del 24 % de las acciones en manos de los dos principales accionistas privados, sin ninguna duda es una iniciativa oportuna y necesaria para asegurar el completo abastecimiento del consumo interno de papel para diario, ya que por año se deben importar alrededor de 70 mil toneladas de ese insumo, que la firma Papel Prensa, como lo puso en evidencia ante la Comisión Federal Asesora (CFA), no tiene la menor intención de aumentar su producción de papel.
Una simple regla de mercado dice que si la oferta aumenta hasta satisfacer la demanda interna, el precio automáticamente bajaría. Es lo que no se pueden permitir los dos diarios de mayor circulación de la Argentina, porque posibilitaría a miles de publicaciones gráficas competir en mejores condiciones, al poder adquirir más papel y por lo tanto entregar más contenidos a sus lectores.
Competencia desleal
En tal sentido, PP sigue la lógica y alineado con las mayores papeleras del mundo, es decir, mantener siempre alto el precio del papel para que sólo accedan a él los que conforman el dispositivo tecnológico mediático global, con el que a partir del Consenso de Washington, pretendían ejercer un gobierno virtual global, que reemplazara el dispositivo industrial militar.
Cuando el columnista dice: “Sin ningún respaldo legal, el cristinismo está a punto de controlar la producción nacional de papel para diarios y la importación de ese insumo básico del periodismo gráfico”, lo hace desconociendo el control de aplicación de la Ley que ejerce la CFA, integrada por representantes de medios gráficos por cada provincia (elegidos por los propios editores), por asociaciones de defensa del consumidor y por los sindicatos que intervienen en el proceso de elaboración y distribución de los diarios (prensa, canillitas y gráficos).
En rigor, hasta el momento, desde que se sancionó la ley 26736, la firma Papel Prensa se burló de todos los editores que integramos dicha CFA, y a los cientos que representamos, eludiendo el cumplimiento de las resoluciones de la Autoridad de Aplicación (la secretaría de Comercio Interior), que le recomienda aplicar dicho cuerpo legal.
(*) Jorge Déboli es, Editor periodístico; Secretario de la Comisión Federal Asesora; miembro de la Mesa Nacional de Coordinación de la Coalición por una Comunicación Democrática; y vicepresidente ejecutivo de Cadypba.