Por Isaac Quispe Rojas, comunicador y periodista en la revista El Tranvía.
El tema lo dio a conocer el semanario del periodista César Hildebrant, quien el viernes 22 de julio afirmó que el congresista por Fuerza Popular, Guillermo Bocángel Weydert le había confirmado que presentará un proyecto de ley para otorgar arresto domiciliario a los presos de avanzada edad y con problemas de salud. Ese mismo día, durante la juramentación de los nuevos congresistas, la legisladora por Loreto, Tamar Arimborgo, juró por el indulto humanitario a Alberto Fujimori.
El debate continuó esta semana luego de que el pedido de indulto humanitario, firmado por Fujimori, pasara por la Comisión de Gracias Presidenciales. El saliente presidente Ollanta Humala ha manifestado que el pedido de indulto tendrá que ser resuelto por su sucesor. Por su parte, el próximo presidente Pedro Pablo Kuczynski también se mostro en contra del indulto, pero a favor de una ley que permita a las personas de la tercera edad purgar condena domiciliaria.
El indulto, la amnistía o el arresto domiciliario para el preso Alberto Fujimori no debería proceder, ello sentaría un pésimo precedente para la jurisprudencia peruana y para el respeto de los derechos humanos. No se trata aquí de odio o de una actitud de falta de humanidad frente a una persona de avanzada edad o enferma, sino que se trata de ser firmes con los delitos aberrantes como las violaciones a los derechos humanos.
Y, el indulto, la amnistía o el arresto domiciliario para Fujimori abrirían la posibilidad de que las faltas graves y los peores crímenes sean banalizados y burlados vilmente, debilitando el concepto de justicia. Hay que tener en cuenta la gravedad del asunto y pensar en el futuro del país. No hay que caer en el facilismo de decir “pobrecito, ya está viejo”. Porque no se trata de la persona, sino de los hechos. Humanamente hay que compadecerse del preso Fujimori y pedir trato humanitario dentro de la cárcel, jurídicamente debe cumplir su condena tal como lo contemplan las leyes en casos de lesa humanidad, sin amnistía, indulto u arresto domiciliario.
No hay que ser hipócritas, no premiemos el mal ni suavicemos los crímenes sea de quien sea, no por ser simpatizante o amigo de alguien hay que apañarlo o esconder sus delitos. En su libro “Eichmann en Jerusalén. Un informe sobre la banalidad del mal”, la filosofa Hannah Arendt desarrolla un análisis sobre este jerarca Nazi y explica que la banalización del mal es una expresión que señala que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos ni se preocupan por las consecuencias.
Es decir, dejar de pensar nos lleva a negar nuestra responsabilidad. Refiriéndose a la película de Margarthe von Trotta, el sacerdote jesuita mexicano Luis García Orso expresó: “La ‘banalidad del mal’ es lo que realizamos cuando rehusamos comportarnos como seres humanos, con inteligencia, discernimiento, juicio; cuando justificamos nuestros actos diciendo que sólo tenemos que obedecer, cumplir, seguir lo que otros nos dicen, y aceptamos actuar como piezas sin juicio moral de una estructura que en la práctica se revela monstruosa”.[1]
Tanto fujimoristas como anti fujimoristas no deberían dejarse llevar por sus pasiones, por sus simpatías o rechazos sino que deberían ajustarse a los hechos y tomar conciencia de lo que significaron los crímenes cometidos en Barrios Altos y La Cantuta, que califican como delitos de lesa humanidad y a los cuales no se les concede indulto ni amnistía.
Para que se entienda, para que haya un debate serio sobre el tema, Fujimori no fue condenado por su plan económico (fujishock), por el Autogolpe de Estado de 1992, sino que fue juzgado por el asesinato y la desaparición forzada de personas que nada tenían que ver con el terrorismo de Sendero Luminoso. Y lo hizo utilizando el poder y los recursos del Estado. Es decir, la institución máxima que debe garantizar la seguridad y los derechos de los ciudadanos, sirvió para sembrar el Terrorismo de Estado, con el mismo modus operandi que Sendero Luminoso. En ese tema, son claras las conclusiones de la Comisión de la Verdad.
Por sus características, los delitos de lesa humanidad agravian a la humanidad entera. Así lo tipifica El estatuto de Roma, instrumento constitutivo de la Corte Penal Internacional, a la cual el Perú suscribe. Algunos juristas a favor del indulto, como el aprista Javier Valle Riestra, argumentan que las leyes peruanas no contemplan los delitos de lesa humanidad, que ello solo tiene validez para los fueros internacionales. Y que los delitos de Fujimori fueron cometidos en momentos en que el Perú no había adherido al Estatuto de Roma. Pero en verdad, el espíritu de la norma se basa en la imprescriptibilidad y en la retroactividad de los delitos; es decir, independientemente del período en que el Estado Peruano suscribió a dicha norma, los delitos se deben investigar y condenar.[2]
Este no es un debate casual ni inocente, es un tema planificado y se da en un contexto de recambio presidencial que busca confundir a la sociedad. Pero más allá de lo político, este es un tema jurídico y moral que debe sentar precedente para que los futuros gobiernos no cometan atrocidades ni atropellos a los derechos humanos y la dignidad de las personas.
Como compatriotas, dejémonos de senderizar y fujimorizar a la sociedad, no caigamos en la banalización del mal acusando a quien sea de senderista, suavizando y justificando los crímenes de Fujimori, seamos contundentes contra el delito y tengamos presente los atroces crímenes que se cometieron en el nombre de la patria. No repitamos esa historia.
No más terrorismo en el Perú
No más violaciones a los derechos humanos en el Perú
[1] http://www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/2015/12/01/hannah-arendt-y-la-banalidad-del-mal/
[2] http://blog.pucp.edu.pe/blog/derysoc/2008/06/09/los-delitos-de-genocidio-y-de-lesa-humanidad-la-cuestion-de-la-imprescriptibilidad/