Mientras los jefes de estado del Cono Sur, Evo Morales, Rafael Correa, Pepe Mujica, Dilma Rouseff, Hugo Chávez y Juan Manuel Santos, felicitan y reivindican el triunfo de Cristina Fernández de Kirchner, el arco opositor busca explicaciones al rotundo fracaso que implicó para ellos las PASO. No porque ellas significan un triunfo en sí mismo, sino porque se han constituido en una verdadera antesala de un previsible resultado en las elecciones de octubre. Esos saludos no son casuales. Estrechan vínculos, reafirman compromisos previos; plantean miradas hacia el futuro; revisan la historia de la patria grande que soñaron San Martín y Bolivar. Parece azaroso, pero la historia tiene esas cosas: la victoria de Cristina a pocos días de la conmemoración de un nuevo aniversario del fallecimiento del General San Martín; un icono de la historia de las luchas por la emancipación de América Latina, que es necesario rescatar en tiempos en los que la historia vuelve a plantear grandes desafíos.
Mientras ello ocurre los dirigentes de la oposición, que no salen de su asombro, tratan de buscar razones en lo más profundo de los acontecimientos. “El voto del campo es una entelequia”, aseguran Buzzi y Biolcatti máximos referentes de la Mesa de enlace de las patronales rurales. Tal vez menos envalentonados que en tiempos de las luchas por la Resolución 125.
“Hicimos una muy mala elección”, explica Eduardo Duhalde, mientras en su cabeza transitan las imágenes de las banderas de diez millones de “subversivos” que votaron al gobierno nacional. Los fallidos en política se suelen pagar muy caros. En octubre, seguramente, habrá una lista de dirigentes provenientes del propio peronismo que harán cola para pasarle alguna factura.
“Hubo miedo al cambio”, sostiene Alfonsín, mientras el colorado De Narváez lo mira de costado y la militancia peronista y radical evalúa la conveniencia de un acuerdo político con matrices culturales y marcos de referencia plenamente distintos.
“Binner y Stolbizer se cortaron solos”, grazna Pino Solanas, quizás recordando con nostalgia el prestigio ganado con sus películas documentales y que tan derrochado quedó con estos intentos por quedar fuera de la historia.
“Creemos en la realidad, no en magia”, dispara Binner con calma santafecina para responder con serenidad a las críticas de sus pares y a la evidencia de los hechos. Tal vez intentando comprender si las diferencias respecto de los rasgos generales del modelo, se diferencian mucho de su apreciación del estado y la sociedad.
Demasiadas simplificaciones ante un resultado que los analistas sostienen podría incrementarse aún más. Este modesto medio ya ha dado cuenta de algunas de las medidas del estado nacional que lo reivindican como tal, como un instrumento necesario para el desarrollo de una nación autónoma, como una herramienta útil para avanzar hacia una distribución equitativa y justa del ingreso. Ejes sobre los cuales los candidatos de la oposición no hicieron ninguna referencia.