Osvaldo Drozd
Colombia. A 65 años del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, que desencadenaría El Bogotazo, el pueblo colombiano se encolumnó en apoyo a las reuniones de diálogo con las FARC.
El pasado martes 9 de abril, decenas de miles de colombianos marcharon en apoyo a las negociaciones de paz que el gobierno y las guerrilleras FARC vienen desarrollando en La Habana, para terminar con el conflicto armado más viejo del continente y en homenaje a todas las víctimas caídas en el mismo. Aunque el epicentro de la concentración se dio en los distintos afluentes que marchaban simultáneamente hacia la Plaza de Bolívar, en la ciudad de Bogotá, donde se estima que participaron cerca de un millón de personas, también hubo movilizaciones menores en un centenar de municipios, y en las principales ciudades del país. Si bien en los últimos tiempos la opinión pública parecía dividida en cuanto a la resolución negociada del conflicto, el apoyo masivo al mismo demuestra que la gran mayoría de los colombianos es partidaria de terminar con una violencia que data de seis décadas y media.
La denominación “9A” sin dudas no fue azarosa, sino que representa una fecha clave en la historia de la nación colombiana, ya que un mismo día pero de 1948, se produjo el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, un hecho desgraciado que provocaría la ira popular, y el desencadenamiento de los acontecimientos insurreccionales conocidos como “El Bogotazo”, a partir del cual la violencia quedaría enquistada en el seno de la sociedad. Concluir con este proceso que ya data de 65 años pareciera el máximo desafío no solamente de las partes que se sientan a la mesa de negociaciones de La Habana, sino de un gran espectro político y social del país neogranadino.
Si bien la iniciativa de la movilización fue en un principio del movimiento Marcha Patriótica, integrado por diferentes personalidades, intelectuales y defensores de los derechos humanos entre los que se destacan la ex senadora Piedad Córdoba, el periodista Carlos Lozano Guillén, o el dirigente estudiantil David Flórez, fueron sumando su adhesión a la misma el presidente Juan Manuel Santos, la coalición mayoritaria de los partidos de la Unión Nacional, la delegación de las FARC de La Habana, el alcalde de Bogotá Gustavo Petro del Movimiento Progresistas, la Iglesia Católica, los diferentes gobernadores, el Partido Verde del ex candidato presidencial Antanas Mockus, el Partido Liberal, el Comunista, las diferentes federaciones sindicales, los movimientos de campesinos e indígenas, los de víctimas del conflicto armado y, principalmente, una masa muy importante de ciudadanos que no toleran más la violencia, sin dejar de subrayar que en la marcha se pudo ver a figuras públicas como el “Pibe” Valderrama, Totó la Momposina, el entrenador argentino José Néstor Pekerman o el cantante Juanes, quienes además convocaban a participar a través de las redes sociales.
La marcha se inició en Bogotá desde siete puntos diferentes para confluir todos en la Plaza de Bolívar. Bajo el lema de “Mi aporte es creer”, se distinguían los que marchaban con remeras blancas, y los que lo hacían con vestimentas tricolores como lo es la bandera de Colombia. Las únicas fuerzas políticas que no convocaron fueron el ultraderechista Puro Centro Democrático, del ex presidente Álvaro Uribe, y el centroizquierdista Polo Democrático Alternativo. Para Uribe, la marcha representaba una adhesión a las FARC, más que a las víctimas; mientras que para el PDA, significaba darle fuerza a una posible reelección del actual mandatario Juan Manuel Santos.
Pasadas las ocho de la mañana del día 9, el presidente inauguró la extensa jornada en el Monumento de los Caídos en el oeste de Bogotá, ante la presencia de centenares de militares y policías a los cuales les pidió que también marcharan por la paz. Allí Santos les expresó a los uniformados que “la paz es la victoria de cualquier soldado, la paz es la victoria de cualquier policía. Si nos reconciliamos tendremos una mejor patria”, agregando luego que “están equivocados los que dicen que las Fuerzas Militares no están interesadas en la paz. Son los más interesados. No estaríamos hablando de paz si no fuera por ustedes”, les dijo.
Luego de este acto, el presidente le dijo al diario El Tiempo que “los astros están alineados, las condiciones están dadas y si aprovecháramos esta oportunidad podemos cambiar la historia, así como la cambió para mal el asesinato de Gaitán hace 65 años, hoy la podemos cambiar para bien. Nos tenemos que unir todos los colombianos”.
Luego, en forma conjunta, el actual alcalde de Bogotá y ex guerrillero del M19, Gustavo Petro, y el presidente Santos plantaron una palma de cera en el Centro de la Memoria ubicado en el Cementerio Central de la capital colombiana. La siembra de esta palmera nativa de los altos valles andinos del Parque Nacional Natural Los Nevados, situado en el noroeste del país, fue realizada por ellos como símbolo de la reconciliación. Es de destacar que la palma de cera fue escogida en 1952 como el árbol nacional de Colombia. Allí además estuvieron presentes el actual negociador por el gobierno en La Habana, el ex vicepresidente Humberto de la Calle, el comisionado de paz Sergio Jaramillo, Mariella Barragán (viuda del asesinado dirigente de la Unión Patriótica Bernardo Jaramillo) y Marleny Orjuela, en representación de la organización que representa a todos los familiares de uniformados caídos o secuestrados. En el acto de la siembra de la palma, Santos afirmó que “ir en contra de la paz no es racional” mientras que Petro pidió que el 9 de abril “este holocausto inicie su fin”.
Por su parte, la delegación de las FARC-EP realizó desde La Habana un documento difundido por Anncol en el cual saludaban a todos los colombianos que marcharon el 9, expresando que “ya es hora de poner fin a esta aciaga noche de violencia que nos consume hace más de medio siglo”, y citando a Jorge Eliécer Gaitán recordaron su estremecedora oración por la paz: “Amamos hondamente a esta patria nuestra y no queremos que nuestra nave victoriosa navegue sobre ríos de sangre”, agregando luego en el comunicado que “ya es hora de elevarnos por encima de cualquier mezquindad personal, de cualquier sórdido cálculo politiquero y avanzar decididamente hacia la construcción de una Colombia nueva, construida entre todos y para beneficio de todos”.
Desde los Estados Unidos también se expresó el secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, quien en un comunicado de apoyo a la marcha dijo que esa movilización “refuerza el sentir mayoritario de la sociedad por fortalecer un proyecto de paz” y que eso muestra al mundo “el sentir de millones de colombianos, que lo único que quieren es poner fin al conflicto armado y vivir en armonía y sin violencia”. Insulza a su vez agregó que “la convocatoria a esta marcha, hecha por múltiples sectores sociales y políticos, es una valiosa oportunidad para que los colombianos manifiesten su deseo de vivir en un país reconciliado y en paz”. También indicó que la OEA como organización pondrá toda su experiencia al servicio de los colombianos “para continuar en el empeño conjunto de construir la paz en ese querido país”.
La marcha por la paz realizada el pasado martes tampoco le fue indiferente al ex mandatario brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva, quien tras ser invitado por la alcaldía de Bogotá y no pudiendo asistir al evento, según informaba AFP, les expresó a los colombianos, a través de un video, que “la victoria de Colombia en la batalla de la paz será no sólo de ustedes, sino de todos en América latina”, porque “Colombia, por lo que representa en América latina, por todo lo que su pueblo tiene de extraordinario, merece la oportunidad de tener en el siglo XXI la paz que no tuvo en la segunda mitad del siglo XX”, dijo Lula.
La creciente integración latinoamericana necesita prescindir de cualquier foco en el cual haya terceros que intenten inmiscuirse para socavar la unidad, argumentando que lo hacen para encontrar soluciones, que lejos de serlo son la excusa perfecta para mantener ciertos privilegios que de a poco van perdiendo. La inteligencia de los nuevos líderes suramericanos es captar rápidamente esas oscuras intenciones, para encontrar soluciones acordes al nuevo tiempo del continente. Colombia parece hoy haber sido muy rápida de reflejos para comenzar a revertir una larga noche.
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