El 7 de julio de 1865 en la Universidad de Buenos Aires (UBA) el profesor Pellegrino Strobel dictaba la primera clase de Geología de esa casa de estudios, hecho que marcó el inicio de la enseñanza de las Ciencias de la Tierra en el país. A 152 años de esa fecha, la entidad porteña conmemorará el acontecimiento con un acto a desarrollarse este viernes en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales en el que distinguirá al investigador superior contratado del CONICET Carlos Cingolani, quien se desempeña en el Centro de Investigaciones Geológicas (CIG, CONICET – UNLP) y la División Geología del Museo de La Plata.
El experto, quien también fue profesor titular de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), recibirá el Premio Strobel edición 2017, que se entrega desde 1881 a los argentinos nativos que se destacan en el campo de las Ciencias de la Tierra y se constituye como una de las distinciones científicas más antiguas del país. A fines del siglo XIX el propio Strobel impulsó la propuesta de otorgar este galardón y donó los fondos necesarios para su implementación.
Desde la UBA y el Departamento de Ciencias Geológicas de la mencionada unidad académica fundamentaron el galardón sobre las «extraordinarias cualidades intelectuales, sus importantes aportes al conocimiento de la geología regional de nuestro país, sus estudios petrológicos y geocronológicos, su transcendente labor docente y su continua participación en el progreso de las Ciencias de la Tierra».
«Un honor que viene a coronar 50 años de actividad docente»
Nacido en La Plata en 1943, Cingolani se graduó como doctor en Ciencias Naturales por la UNLP en 1970 y tres años después ingresó a la Carrera del Investigador Científico (CIC) del CONICET. Es uno de los fundadores del Centro de Investigaciones Geológicas (CIG, CONICET – UNLP) del que fue su primer director. «Soy un producto del Museo de La Plata, donde hoy me desempeño como Jefe de la División Geología. Integro esa área desde 1964, cuando trabajaba para la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CICPBA). Luego, junto a un grupo de colegas, parte de los autodenominados ‘esmilodontes’ – tigres dientes de sable cuyas figuras se encuentran en la escalinatas de acceso al Museo –, dimos origen al CIG», rememora.
«Gracias a la geología recorrí el país, siempre estudiando rocas de precordillera o cordillera. Desarrollé mis trabajos fundamentalmente en San Juan, Mendoza y La Rioja, pero también en Río Negro, Chubut y Neuquén, además de las regiones de Tandilia y Ventania, en Buenos Aires. Mi especialidad principal es la geocronología, es decir la datación de las rocas. Ahora me dedico más específicamente a la datación de minerales presentes en ciertas rocas sedimentarias para analizar de dónde provienen», puntualiza.
A la hora de destacar algunos de sus logros, Cingolani resalta el trabajo que realizó en las Islas Malvinas en 1974 y que aún hoy permanece como un dato científico válido: «Junto a mi colega Ricardo Varela nos pusimos como objetivo tomar muestras del basamento expuesto en el extremo sur de la Gran Malvina para realizar su estudio petrográfico y geocronológico. Logramos datar rocas de una antigüedad de mil millones de años, lo que fue reconocido como algo pionero y de importancia para la reconstrucción de Gondwana».
Dedicado a dirección de becarios y tesistas de distintos puntos del país, Cingolani acaba de publicar su «último gran logro científico», según define: un libro que reúne más de 15 años de investigación en la zona de San Rafael, Mendoza, publicado a comienzos de 2017 por la editorial Springer.
«Este premio que me otorgan es muy importante», cuenta, «porque la comisión que lo designa está integrada por prestigiosos colegas. Representa una gran alegría y orgullo. Es un honor que viene a coronar 50 años de profesión», completa el científico que en 2013 fuera reconocido por la Fundación Konex con el Premio Konex – Diploma al Mérito como uno de los 100 exponentes nacionales de la última década en ciencia y tecnología.
Al respecto del estado de la Geología en el país, Cingolani describe: «Hay una importante distribución de carreras en muchas universidades nacionales. Son cerca de dieciséis ya. Hace algunos años sólo existían las de La Plata, Buenos Aires y Córdoba. Hoy, muchas de ellas fueron impulsadas por profesionales que se graduaron en nuestra ciudad y luego viajaron para asentarse en otros lugares. Hemos alcanzado una madurez importante que faltaría completar con equipamiento de laboratorios».