Osvaldo Drozd
El discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner el jueves, ante los empresarios en Tecnópolis, no fue un discurso sobre matices ideológico- políticos, sino una ponencia sobre la nueva Argentina en la cual estamos inmersos, proponiendo a su vez una perspectiva para los años venideros. Un verdadero discurso sobre política de Estado que por lejos excede el marco partidario y perfila la arquitectura de un país al margen de quien lo gobierne.
Cristina afirmó el modelo y propuso su profundización, en términos bien concretos, y a partir de lo expuesto ante empresarios, pero también sindicalistas, se debiera inferir que el tan mentado modelo, si bien es obra de la gestión de un proyecto político específico, el que inauguró Néstor Kirchner en 2003, y continúa hoy la presidenta, es un proceso que no podría entenderse sino como un logro colectivo que incluye a todos. “Porque si uno mira la historia de la Argentina, en realidad se da cuenta que siempre se truncaron los procesos que vivíamos por una inestabilidad institucional que tenía su raíz, esencialmente, en una falta de equidad y justicia” afirmó Cristina, reafirmando a su vez la necesidad de la unidad nacional aseverando “que con los únicos que tenemos que confrontar es con los problemas que tenemos, enfrentarlos, debatirlos y, fundamentalmente, solucionarlos en forma concreta, objetiva y viable. Por eso, no hay que pelearse con nadie. Al contrario, hay que sumar a todos, porque los necesitamos a todos para hacer esa Argentina que todos soñamos.”
En una notable exposición, la presidenta se refirió a distintas contradicciones que lejos de ser antagónicas, debieran articularse de manera correcta: Estado- mercado, capital- trabajo, agro- industria, ciudad- campo, mercado interno- exportación, ciencia- producción, gran industria- PYMES, afirmando las metas del Plan 2020 donde “podamos llegar a un 28% del PBI para poder duplicar el PBI industrial en 140 mil millones de dólares para crear un millón y medio de empleos más, que nos hagan reducir el tema del desempleo al 5%, que sería pleno empleo, al mismo tiempo sustituir importaciones por el equivalente al 45% de las importaciones que hoy estamos realizando”
El proyecto de sustitución de importaciones, de desarrollo tecnológico, de incentivar la demanda y el consumo, de agregar valor a las cadenas primarias de producción, son algunos de los nudos donde se estructura la nueva formación social, y que debieran continuar, mientras no existan desequilibrios institucionales como en el pasado, para que se proyecte la Argentina del Siglo XXI. “Tenemos que aprender la necesidad que todos tenemos de articular un proyecto colectivo. Que es imposible que un sector, por más rentabilidad que tenga, puede ser ese sector únicamente el que tenga rentabilidad y el resto del país no. Eso no dura como no duró” dijo Cristina en Tecnópolis.
Por estas razones expuestas se va comprobando cada vez más que el modelo, no es patrimonio de una fuerza política, sino de todo una nación que tiene la necesidad de emerger de una larga noche. El fracaso, desarticulación y fragmentación de las fuerzas políticas opositoras, sin dudas tiene que ver con todo esto, ya que la sensación que va surgiendo, es que no podría existir fuerza de oposición, con algún handicap de crecimiento, sino emerge como opción diferenciada al oficialismo, pero sosteniendo ineludiblemente al modelo. Este planteo para nada implica la supremacía de algo así como un pensamiento único, sino como la recomposición de determinadas fuerzas políticas, en el seno de una Argentina integrada en el continente, y con matices estructurales que no admiten retrocesos a etapas anteriores.