El estado de salud de la elefanta Pelusa llegó a un punto crítico, por eso los integrantes del equipo veterinario del Jardín Zoológico y los especialistas del Santuario de Elefantes de Brasil junto a la Fundación Franz Weber, definieron tomar el único camino posible para que ella no sufra.
Para llevar a cabo estas actuaciones se convocó al fiscal del Ministerio Público de la provincia de Buenos Aires, Marcelo Romero; el titular del Juzgado de Garantías 4 de La Plata, Juan Pablo Masi; la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Guido Lorenzino; y la Defensora Ciudadana de La Plata, Florencia Barcia; y el Decano de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de La Plata, Marcelo Pecoraro, quienes siguieron de cerca la situación de Pelusa y acompañaron la solicitud planteada.
La elefanta presentaba una desmejoría en su estado de salud, manifestándose también por momentos señales de deterioro físico y anímico. Se le brindaron calmantes, no obstante de acuerdo al análisis de los especialistas se evidenció un cuadro irreversible.
De acuerdo al parte oficial, «los chequeos de laboratorio fueron progresivamente brindando valores negativos. En el día de hoy, a las seis horas orinó por última vez, comenzó a mostrar signos subjetivos de incomodidad que hasta el momento no se habían visto, por lo que se decidió sedarla. En horas de la tarde, a pesar de la sedación, continúo con signos de malestar».
«Luego de 60 horas de control y considerando que el cuadro es irreversible y al no tener soluciones alternativas tanto para curar o al menos paliar el cuadro de sufrimiento presente, es que se pide autorización para realizar el mencionado procedimiento al ejemplar», se agregó.
Al mismo tiempo, se sostuvo que «la situación de salud actual de la elefanta pelusa impone como único tratamiento posible la finalización de su vida para evitar el innecesario sufrimiento».
En ese marco, se precisó que durante todo el proceso se la mantuvo hidratada y aislada térmicamente dentro de una carpa, con mantas y calefacción de exteriores. Sus cuidadores y el personal veterinario que la han asistido todos estos años, la acompañaron en todo momento a sobrellevar este difícil momento de la mejor manera posible.
El estado de salud de Pelusa
La elefanta Pelusa padecía desde 2014 una enfermedad (pododermatitis crónica) en sus patas traseras. Esto es común en elefantes que se encuentran en cautiverio, y se origina por la imposibilidad de poder caminar grandes distancias, como debería hacerlo un animal de su especie en condiciones de libertad.
A raíz de esta afección, Pelusa hacía dos años que no se recostaba a dormir, ya que esta enfermedad -entre otras cosas- le genera la imposibilidad de poder levantarse por sus propios medios. Es por ello que el animal descansaba de pié, lo cual le generó un gran cansancio a lo largo del tiempo.
En 2017, por primera vez en su vida se le realizó un estudio de alta complejidad para diagnosticar más profundamente su estado de salud.
A su vez, con el objetivo de poder brindarle una mejor calidad de vida, en los últimos dos años se colocó un piso de goma y calefacción en su recinto. También se amplió al doble el tamaño del ambiente exterior para poder promover su movilidad y se estableció una estricta dieta, lo que le generó un aumento en su peso de 250 kilos.
Dentro del proyecto de creación del Bio-Parque, se había realizado todas las gestiones para poder trasladar a Pelusa a un santuario en Brasil, con el objetivo de que pudiera entrar en contacto luego de casi 50 años en su vida con animales de su misma especie.
El pasado sábado por la mañana, Pelusa tuvo una recaída y no pudo mantenerse de pie. A partir de allí, se montó un operativo en el cual los profesionales monitorearon su evolución, a través de estudios y observaciones.
Desde el domingo, los resultados comenzaron a mostrar un desmejoramiento en algunos valores sanguíneos, situación coincidente con una notoria disminución de su estado de ánimo. En las últimas horas, se acentuaron los signos de deterioro en su organismo, lo cual le generó dolores y malestares notorios, que llevaron a los profesionales a tomar el único camino posible para evitar que el animal siga sufriendo.