Osvaldo Drozd
La muerte del dictador genocida, en primer lugar a uno le produce reacciones espontáneas como decir que fue un gusano, que si Satanás existiera lo recibiría en el Averno; pero eso es lo espontáneo, casi como suponiendo que él fue el Malo, separando de esa forma Bien y Mal tal cual lo hace el sentido común, la ideología dominante.
Obviamente no hay que dejar de putearlo, ni escatimar esfuerzos para que haya Memoria, Verdad y Justicia, pero hay que saber que Videla hizo lo que él pensaba que era correcto, él se puso a la cabeza de la defensa de la más rancia ideología oligárquica argentina, de los intereses de su clase, no traicionó a nadie. Asesinó o mando asesinar creyendo que era lo necesario, y por eso nunca se arrepintió. Al enemigo no hay que subestimarlo, hay que observarlo, conceptualizarlo, encontrarle sus flancos débiles sabiendo cuáles son los fuertes. Sino, no morirá nunca, y la batalla del Pueblo por su emancipación será una simple quimera.