Israel bombardea Siria pero la ONU se hace la distraída y no sanciona

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Violando todas las leyes, Israel bombardeó instalaciones militares sirias. Hubo muchos muertos y heridos, soldados y civiles, pero las Naciones Unidas hasta ahora no adoptaron ninguna sanción. ONU usa dos patrones de medida muy distintos.

Emilio Marín

http://kaosenlared.net/

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La Arena

A los que creían que las Naciones Unidas operan con un doble rasero y sancionan a determinados países y a otros les permiten todo tipo de violaciones a las leyes internacionales, lo sucedido en Siria los habrá ratificado en esa creencia.
Es que por dos veces, el viernes 3 de mayo y el domingo 5 fueron bombardeadas instalaciones militares en Damasco -el centro de investigación militar de Jamraya-, produciéndose varias explosiones que dejaron entre 40 y 70 muertos según las agencias de noticias, y numerosos heridos. Para la agencia siria SANA, los muertos fueron 300.
Sin formalizar su culpabilidad, Israel admitió «off the record» la autoría de aquellos bombardeos con la excusa de que en esos lugares se almacenaban misiles de procedencia iraní que los sirios estaban por transportar para dejar en manos de Hezbolá. Esta organización político-militar de El Líbano es un nombre que mete miedo al estado sionista, sobre todo desde que en 2006 resistió y derrotó la invasión militar terrestre contra el sur del país, imponiéndole numerosas bajas y una pérdida de prestigio a nivel mundial.

Crítica directa.

Aunque en Tel Aviv se hicieron los tontos, el presidente sirio Bashar al Assad denunció a Israel por lo sucedido, acusándolo de tener injerencia otra vez en el conflicto que se libra en Siria desde marzo de 2001. La crítica de Al Assad fue directa: Israel agredió a su vecina para darle ayuda a los grupos terroristas que libran desde esa fecha una guerra sucia contra Damasco.
Anteayer el presidente sirio recibió al canciller de Irán Ali Akbar Salehi y declaró: «El pueblo sirio y su valiente ejército son capaces de enfrentarse a las aventuras israelíes, que constituyen una cara del terrorismo que tiene como objetivo a Siria a diario». O sea, una cara del terrorismo son los grupos armados que hacen estallar coches bombas por doquier, incluso que han empleado armas químicas como el gas sarín, según serias denuncias internacionales. Y la otra cara de ese terrorismo sería el gobierno derechista de Benjamin Netanyahu.

Papel de Obama.

Si la justa denuncia del líder sirio alcanzó de lleno al premier judío, hay que decir que el presidente norteamericano no salió indemne. Es que ante el primer bombardeo, del viernes 3/5, la administración Obama declaró que el gobierno de Israel tenía derecho a tomar represalias en Siria contra cargamentos de armas que ponían en riesgo, supuestamente, su seguridad.
En otras palabras, Washington justificó ese primer bombardeo. Luego se llamó a silencio, que seguramente romperá si las autoridades sirias toman alguna medida de autodefensa contra sus agresores. En ese caso la Casa Blanca volverá a defender a Tel Aviv. En su última visita a Israel, el 20 de marzo pasado, Barack Obama dijo «que nuestra alianza es eterna, para siempre».
Justificar la política de ocupación que Netanyahu y los gobiernos anteriores practican contra los palestinos en Gaza, Cisjordania y Jerusalén oriental es muy difícil de sostener. Pero incluso es peor apoyar las agresiones que el premier sionista decide contra países vecinos, como Siria, a los que aún le mantiene usurpadas las Alturas del Golán, desde 1967.
Además hay una circunstancia que agrava todavía más la actuación israelí. En Siria se libra un violento conflicto interno, donde las autoridades están jaqueadas por ataques armados de grupos terroristas presentados como «Ejército Libre Sirio». En esa confrontación han muerto hasta hoy entre 40.000 y 70.000 personas, según las diferentes fuentes. Lo lógico sería que los países de la región traten de aportar a una solución pacífica del diferendo. En vez de ello, Israel arroja más nafta a ese fuego, aún con el riesgo de que el incendio se generalice y traspase su propiedad.

Impresentables «rebeldes sirios».

Estados Unidos y potencias europeas, más otros aliados como Qatar, Arabia Saudí, Emiratos y Turquía, han reconocido a la Coalición Nacional de Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (Cnfros) y al «Ejército Libre Sirio» como la representación legítima de ese país. Han hecho conferencias internacionales en Marraquesh y proclamado ese apoyo a los «rebeldes», tratando de repetir lo de 2011 en Libia.
Sin embargo esa política no ha dado mayores resultados, porque el gobierno de Al Assad mantiene el control en lo fundamental del país y su ejército ha propinado varias derrotas graves a los grupos terroristas. La injerencia israelita vendría a confirmar ese plano declinante de los «rebeldes», que necesitaron de la ayuda sionista para aligerar el peso de esas derrotas y la presión del ejército legal.
Esas potencias han comprometido el apoyo con dinero, entrenamiento y armas «no letales», una limitación no siempre cumplida pero que evidencia otro problema político. Entre los opositores al gobierno sirio hay organizaciones terroristas ligadas a Al Qaeda, casos de Jabhat al-Nusra y la Brigada de los Mártires de Yarmuk. Por eso los remilgos de Obama en entregar armas a estos grupos, que se volverían como un bumerán en su contra.

Para otro lado.

La mencionada Brigada se hizo responsable del secuestro de 21 «cascos azules» filipinos de la ONU en la Mesa del Golán, Siria, durante varios días, en marzo pasado, un secuestro que reiteró días atrás con otros cuatro «cascos azules». Otra muestra de su poco respeto a las normas internacionales, para colmo en contra de la ONU, que sigue mirando para otro lado.
Muy grave fue la declaración de la experta internacional Carla Del Ponte, integrante de una comisión de investigación de la ONU en Siria, afirmando que esos «rebeldes» pudieron haber empleado armas químicas. «Disponemos de unos testimonios de médicos, personas afectadas y personal de hospitales de campaña de los cuales se puede deducir que el arma química, en particular el gas sarín, no fue usada por el gobierno de Siria, sino por los rebeldes», declaró a la suiza Radiotelevisione Svizzera.
No lo dijo cualquier persona. Del Ponte fue procuradora general de Suiza y fiscal del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y Ruanda. No es precisamente una simpatizante de causas socialistas ni de países tercermundistas como Siria.

Cuento sirio.

La presentación del conflicto por las agencias que sintonizan la onda del Departamento de Estado norteamericano es simple: grandes sectores del pueblo sirio levantándose indignados contra una dictadura como la de Al Assad, que no vacila en reprimir, bombardear y hasta usar armas químicas.
Los hechos, en cambio, vienen poniendo en jaque ese cuadro de situación.
Al Assad convocó a elecciones para modificar en sentido democrático la Constitución del país y ofreció negociaciones de paz a sus opositores, que las rechazaron. No sólo eso sino que los más extremistas, se pusieron manos a la obra para perpetrar más horribles atentados con coches bombas en calles y mercados atestados de gente, con el saldo de varias decenas de inocentes muertos cada vez.
Los supuestos luchadores por la democracia aparecieron luego apadrinados por el viejo imperio y la OTAN, con dinero, armas y propaganda proporcionados por esos desprestigiados actores del viejo orden mundial.
Luego hubo tres intervenciones de Israel con bombardeos a Damasco, explosiones e incendios que denotaron el empleo de proyectiles con uranio empobrecido. Eso dejó en claro del lado de quién opera el sionismo en este conflicto. La «yapa» fue la denuncia de una fuente insospechada como Del Ponte sobre el uso de gas sarín por el Ejército Libre Sirio.

¿Lo mismo que contra Saddam?

Ya el gobierno de Damasco había denunciado el 19 de abril que los grupos contrarios habían empleado esa arma química en la provincia de Alepo. Pero cuatro días más tarde, la cumbre de la OTAN en Bruselas, con concurrencia del Secretario de Estado John Kerry, aseguró que el empleo de gas sarín había corrido por cuenta de Al Assad. Y esa mentira fue repetida dos días después, el 25 de abril, por la Casa Blanca y el Pentágono, basándose en datos de los servicios secretos estadounidenses. Tal falsificación tenía como fuente el Mossad y Tel Aviv, donde se aseguró que las autoridades sirias habían usado sarín en varias ocasiones.
El tema es grave. En un artículo muy interesante de Alfredo Embid («El cuento de la amenaza de las armas químicas sirias») se citan declaraciones de diciembre de 2012 del vicecanciller sirio, Faisal Mikdad, a la agencia china Xinhua: «Lo que realmente preocupa es que EEUU pueden tener otros planes; proporcionar a los grupos terroristas armas químicas para justificar la intervención extranjera en asuntos internos de Siria».
Teniendo presente cómo manipuló Washington la falsa historia de armas prohibidas de Saddam Hussein y Muammar Khadafy, no se puede descartar que a Siria quieran acusarla falsamente.
La dificultad extra que tiene Washington es que, a diferencia de lo sucedido con Libia, no cuenta con que Moscú y Beijing voten resoluciones del Consejo de Seguridad autorizando la intervención. Allí ya bloquearon tres proyectos norteamericanos de sanciones a Damasco y lo volverían a hacer.

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