Por Alejandro Soulé *
Durante infinidad de tiempo los argentinos miramos a Europa o Estados Unidos como modelos a seguir: historia rica, arquitectura variopinta y famosa, ciudades seguras y modernas, una sociedad feliz, próspera y con bienestar asegurado, son algunas de las cosas que solíamos destacar y anhelar de estos lugares. Claro que nosotros también teníamos muchas de esas cosas (principalmente la historia rica y la arquitectura), pero las crisis cíclicas, la inflación, los índices de pobreza y la grieta social, entre otras cosas, se llevaban toda nuestra atención y preocupación, como es lógico. Allá, eran el Primer Mundo. Nosotros seguíamos perteneciendo al tercero.
Así transcurrían nuestras vidas, hasta que desde la lejana China nos enteramos de la existencia de un virus, de nombre un tanto gracioso, que estaba haciendo estragos en la salud de los ciudadanos de Wuhan.Esto sería para muchos, después de ver la rapidez de contagio en todo el mundo, un antes y un después en la historia posmoderna. No me atrevo aún a confirmar eso, pero es verdad que algo cambió.
¿Qué cambió? Lo principal, la percepción sobre nuestro país. Hoy, sin dudas, somos el primer mundo. Y no es un rapto de locura o grandeza desmedida. Sino que, frente a la amenaza más grande que ha sufrido el mundo en este siglo, nuestro gobierno, nuestro parlamento, y cada uno de los estamentos que manejan los destinos de este país, han actuado de manera rápida, concisa y certera en pos de resguardarnos a todos nosotros. Si, como siempre creímos que se haría en los países del primer mundo.
El 20 de marzo, el presidente AlbertoFernández decretó la cuarentena obligatoria en todo el territorio argentino (vigente en la actualidad) cuando apenas teníamos 158 infectados y 3 fallecidos, y a solo 17 días del primer caso. ¿Los motivos? Aplanar la curva de contagios y posponer el pico de infectados mientras se alistaba el sistema de salud para poder tratar a cada paciente de la manera correcta. En definitiva, cuidar la salud de todos los ciudadanos.
¿Qué pasó en los países modelos?
Italia decretó la cuarentena obligatoria el 10 de marzo (40 días después del primer caso) cuando ya tenían más de 9 mil casos confirmados y casi 500 fallecidos, con todo el sistema de salud colapsado debido a la rapidez del contagio a esa altura (día a día trepaba por encima del 25%). España, por su parte, decretó cuarentena obligatoria el 14 de marzo (43 días después de confirmar el primer caso) cuando ya tenían más de 6 mil contagios y casi 200 muertes. El caso de EstadosUnidos es aún más preocupante. La cuarentena se declaró solo en algunos estados (Washington por ejemplo), y el Presidente Trump aún no muestra un plan claro para enfrentar la pandemia. El resultado son más de 500 mil casos, más de 16 mil fallecidos y un porcentaje de contagio cada día más elevado (se han llegado a confirmar más de 20 mil contagios en 24 hs).
En Argentina, la realidad es distinta. Cuando se conocieron los primeros casos (según palabras del Presidente Fernández) los estudios estimaban que para mediados/fines de abril tendríamos alrededor de 45 mil infectados, con un aproximado de 9 mil hospitalizados, de los cuales cerca de 3 mil serían pacientes de terapia intensiva (cálculo según la relación de porcentaje de gravedad 80-15-5 en pacientes de COVID-19). Gracias a la decisión rápida de cuarentena obligatoria, estaríamos llegando a mediados/fines de abril con menos del 10% de esa estimación.
¿Esto quiere decir que tenemos el virus controlado? ¿Qué no habrá contagios masivos? ¿Qué estamos a salvo del COVID-19? Nada de eso parece probable. Pero el estado actual de la pandemia en Argentina, nos da un indicio claro y fuerte:
Cuando nuestros dirigentes políticos trabajan mancomunadamente; cuando se deja de lado la grieta social y política; cuando no existen dobles discursos y el mensaje es uno solo y muy claro; cuando cada ciudadano se solidariza con el del al lado.. Cuando todo eso pasa, los resultados se ven. Se tomaron medidas rápidas y preventivas, se está dotando de todas las herramientas al sistema de salud para evitar un colapso, se están generando herramientas para ayudar a quienes más necesitan. Muchas de estas cosas surgen de la prueba y el error, pero siempre a partir de un plan y una convicción.
Y cuando un gobierno actúa de esta manera, sin dudas, decimos que es del Primer Mundo.
*Alejandro Soulé, periodista especializado en Comunicación Política
(Publicado el 15/04/2020)