Walter Barboza
Si el cronista de esta nota tuviera que perder las formas, del mismo modo en que el “intelectual” y “filósofo crítico” Maurizio Macri pierde los estribos para manifestar con tanta liviandad que este “es el peor momento de la democracia desde 1983”, podría afirmar que Mauricio “esta como bola sin manija”.
La chanza viene a cuento por la falta de rumbo del dirigente de Boca, cuyo mayor logro en materia política fue llevar a la institución futbolera a lo más alto de la cúspide deportiva en el período en el que Carlos Bianchi dirigió técnicamente al equipo.
Pero no se trata de un Boca-River, sino nada más y nada menos que de su intención de pelear por la presidencia de la Nación. A esta altura de los acontecimientos un verdadero disparate. Los números no lo favorecen, y sus lecturas de la realidad tampoco. Según las encuestas, que el propio Mauricio maneja, la Presidenta Cristina lo aventaja notablemente, a tal punto que está en condiciones de ganar en primera vuelta. Mauricio ve con preocupación los sondeos y especula con la posibilidad de encabezar una suerte de Gran Acuerdo Nacional con el resto de las fuerzas de la oposición. La oposición está dislocada y sólo los sectores del radicalismo, que aspiran a recuperar las mejores tradiciones del partido, intentan reagruparse para dar pelea.
Hasta allí no habría problemas si no fuera porque Mauricio cree, en otro síntoma de su torpeza política, que desde 1983 a esta parte no pasó absolutamente nada en el país: Ello implica negar, para no reconocer los logros en materia política y económica, de los cuales ya hemos dado buena cuenta en este blog.
Hay un dato que, salvo honrosas excepciones periodísticas del sistema público de medios, paso desapercibido para la prensa en general y para Mauricio Macri en particular. Se trata de una serie, una secuencia, de inauguraciones de universidades públicas (o sea promovidas, propiciadas, estimuladas y sostenidas por el estado) que ocurrieron en menos de un año en el primero y segundo cordón del conurbano bonaerense. José C. Paz, Moreno, Florencio Varela, entre otras, son algunos de los datos que, si Mauricio los tuviera en cuenta, no diría las cosas que dice.
¿Es éste el peor momento del país desde la recuperación democrática? ¿Cuánto ha invertido el estado en la creación de nuevas universidades para acercar los estudios universitarios a las barriadas más populosas de la Provincia de Buenos Aires?¿Qué porcentaje de hijos de trabajadores que nunca han transitado, siquiera, por la vereda de una universidad tendrán la posibilidad de acceder a ella libremente? ¿Qué implicancias tiene la posibilidad de que un número mayor de argentinos tengan la posibilidad de acceder a los estudios superiores? Mauricio es muy tozudo y parece ver la realidad por el ojo de la cerradura. Si tuviera un mínimo de visión política, un ápice de estrategia, pensaría diez veces las cosas antes de decirlas.
Su enunciado no es más que el reflejo de sus limitaciones. En los pliegues de su palabra sobresalen con soberana libertad los datos estadísticos de la realidad. Días atrás este cronista, que suele desarrollar con serias limitaciones el ejercicio de articular los datos informativos, le pregunta al presidente de la matriz argentina de Peugeot-Citroen (PCA), Javier Varela Sobrado, si el convenio entre el Ministerio de Educación de la Provincia y la compañía, cuyo objetivo es capacitar a los alumnos de las escuelas técnicas, fue pensado a partir de la expectativa favorable de crecimiento que tiene el mercado automotriz. El hombre, de marcado origen español, dijo que sí, que apostaban a la formación de recursos para insertarlos en el mercado de trabajo en una de las industrias con mayor valor agregado del mundo. Lamentablemente esta información no tuvo lugar en esos diarios que suele leer Mauricio (¿Leerá alguno?), en el que abundan las crónicas policiales en detrimento de los proyectos de desarrollo que tantas soluciones traerían al problema de la inseguridad.
Son apenas unos datos cuyas significaciones no trascienden, pero que son tenidos en cuenta por un empresario que sabe como ampliar la rentabilidad de su empresa. Caso curioso el de Mauricio que no entiende, como sí lo hace su padre, que la historia corre en un sentido distinto al de su mirada. La situación es corroborada por el propio Franco Macri quien, como parte del empresariado nacional, viajó a China acompañando a Cristina como el representante de un sector de la industria nacional con ánimo de expandir sus negocios con el gigante asiático.
Debería, en un sano ejercicio de reflexión crítica, evaluar algunas de sus consideraciones políticas y de gestión de gobierno: las escuchas ilegales, los enunciados discriminatorios contra la comunidad boliviana, sumados a las sospechas sobre la utilización de trabajo esclavo por parte de la firma de su esposa Juliana Awada, entre otros yerros y macanas a las que nos tiene acostumbrados; además de responsabilizar de todas sus limitaciones e inoperancia al gobierno nacional.
Dice Juan José Castelli después de los sucesos de Mayo de 1810, en una celebre cita que hace el escritor Andrés Rivera, que “la revolución no es un té que se sirve a las cinco de la tarde”.