* Por Rolando Revagliatti
Film
Una joven dama argentina casada se halla con un mexicano licenciado en abogacía. Tienen un hijito y una mansión en ciudad de México. Ella era cancionista de tangos hasta que se produjo su enlace, sin lo que se dice amor-amor, para acceder así, legalmente (por la puerta grande, principal), a la suprema misión a la que una mujer muy mujer está destinada: dar a luz y consagrarse al retoño.
Aunque rígido el magnate esposo, condesciende en acompañarla a presenciar un ensayo de la compañía (en gira por aquellas latitudes) de artistas de variedades en la que había participado, para así reencontrarse con sus ex-compañeros, entre los que se cuenta quien fuera su novio, el pianista, que la sigue adorando.
Incómodo entre esa gente, con brusquedad el marido se retira sin saludar.
La consorte se despide de sus ex-compañeros, excusándose, con el objetivo de alcanzarlo. Esto no ocurre y acepta la invitación del gentil ex-novio de trasladarla en su auto a la suntuosa residencia. Pero el pillo pianista no enfila hacia allí. La ex-novia lo advierte y protesta con despliegue motriz, a consecuencia de lo cual el automóvil choca, el ex-novio (y desde entonces ex-pianista) muere, y la ex-cancionista queda con magulladuras.
Enterado el huraño picapleitos, con estupor y arrasadora indignación, que su (para él) ex-intachable esposa se encontraba en el vehículo del ex-novio al desencadenarse el accidente, decide divorciarse de ella y, cruel, separarla del vástago, al que comunica que no volverá a ver a su madre (cuando éste, como siempre, se entretenía oyendo en el fonógrafo los discos de 78 grabados por la mami en épocas de esplendor).
Corroído por los celos y la omnipotencia, el agraviado cónyuge destruye discos, fotos y demás rastros de la abominada. Disponiendo de influencias, consigue expulsarla del país.
Adoptando un nombre artístico retorna ella a su métier, en el que vuelve a descollar, y de este modo van transcurriendo los años, añadiendo alguna cana señorial y efectuando temporadas hoy aquí, mañana allá, con compañías conformadas, entre otros, por bailarines, músicos y malabaristas. No arma pareja (su representante y empresario la ama en secreto) y añora a su hijo, ansiando la extinción del ex-marido, a quien, al admitir la derrota, habíale augurado que él abandonaría este valle de lágrimas, antecediéndole.
Informada un buen día de que esto había acontecido y de que el hijo se tambaleaba, desmoralizado desde la desaparición física de su padre, que lo había criado en el odio hacia la supuesta casi ex-adúltera, regresa a México, tras caducar, merced ahora a sus propias influencias, la disposición que lo impedía.
El muchacho se embriaga y dilapida su fortuna en juegos de azar, habiendo interrumpido la carrera universitaria (abogacía). Y es también el azar quien dispone que la chica de la pareja de bailarines que el empresario contrata ya en la capital azteca, esté noviando con el confundido ricachón. Descubre la madre que ese mozo apuesto e impertinente que le fuera presentado en una fiesta, candidato de la vulgar y trepadora danzarina, es exactamente su único hijo.
Dimes y diretes, lindos momentos y malos entendidos, desesperación y regocijo, la madre impulsa tan perfecta estratagema que logra desnudar los innobles (embaucadores) propósitos de la blonda ordinaria, que no sólo no estima al muchacho, sino que, además, está ya unida en matrimonio con su partenaire.
Es tal el flujo de apasionada simpatía que irradian hijo y madre entre sí, que, producidas diversas citas equívocas, el hijo enuncia, intentando besarla en los labios, que ha comprendido que ella está que arde por él. La madre se horroriza, claro, qué menos, se espeluzna, y se casa, de nuevo sin amor, con el representante y empresario (como para conjurar pulsiones, me sopla, sonriente, un amigo, estudiante de psicología).
Por fin, estando la madre interpretando en el primer coliseo un tema amargo, sombrío, pernicioso, impregnado de desconsuelo, y divisando al hijo entre el público yéndose abatido, intuye de súbito que él se escurre dispuesto, acaso, a quitarse la vida. Corre y lo alcanza, así nomás, él ya en su coupé y con el motor en marcha. Asciende y él arranca furioso, contrincante de sí mismo, y conduce a velocidades inauditas, sin rumbo, mientras ella lo apremia instándolo a toparse contra el bendito grado de parentesco que los involucra. Se lo grita la madre justo cuando la coupé, ingobernable, está por desbarrancarse. Ambos salen despedidos, la coupé se incendia, la madre (Libertad Lamarque) perece, y el hijo, contuso, llorándose todo, la sostiene entre sus brazos (filiales en la tragedia), sentado, apoyado contra un árbol, como a una amante.
* Rolando Revagliatti nació el 14 de abril de 1945 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, capital de la República Argentina. Su quehacer en narrativa y en poesía ha sido traducido y difundido al francés, vascuence, neerlandés, ruso, italiano, asturiano, alemán, albanés, catalán, inglés, esperanto, portugués, bengalí, maltés, rumano y búlgaro. Uno de sus poemarios, “Ardua”, ha sido editado bilingüe castellano-neerlandés, en quinta edición y con traducción del poeta belga Fa Claes, en Apeldoorn, Holanda, 2006, a través del sello Stanza. Ha sido incluido en antologías de la Argentina, Brasil, Perú, México, Chile, Panamá, Estados Unidos, República Dominicana, Venezuela, España, Alemania, Austria, Italia y la India. Obtuvo premios y menciones en certámenes de poesía de su país y del extranjero. Fue el editor de las colecciones “Olivari”, “Musas de Olivari” y “Huasi”. Coordinó varios Ciclos de Poesía, así como la Revista Oral de Literatura “Recitador Argentino” y diversos eventos públicos, solo o con otros escritores. Ha sido colaborador en más de seiscientos cincuenta periódicos, revistas y colecciones de plaquetas, cuadernos, murales, etc., de la mayoría de los países de América y Europa. En soporte papel publicó desde 1988 dos volúmenes con cuentos y relatos: “Historietas del amor”, “Muestra en prosa”; uno con su dramaturgia: “Las piezas de un teatro”; quince poemarios: “Obras completas en verso hasta acá”, “De mi mayor estigma (si mal no me equivoco):”, “Trompifai”, “Fundido encadenado”, “Tomavistas”, “Picado contrapicado”, “Leo y escribo”, “Ripio”, “Desecho e izquierdo”, “Propaga”, “Ardua”, “Pictórica”, “Sopita”, “Corona de calor”, “Del franelero popular”. Sus libros han sido editados electrónicamente y se hallan disponibles, por ejemplo, en www.revagliatti.com. Cuatro poemarios suyos, inéditos en soporte papel, “Ojalá que te pise un tranvía llamado Deseo”, “Infamélica”, “Viene junto con” y “Habría de abrir”, cuentan con dos ediciones-e de cada uno: en PDF y en Versión FLIP (Libro Flash). También en ediciones electrónicas se hallan los Tomos I, II, III, IV y V, conformados por 128 entrevistas realizadas por Revagliatti, del libro “Documentales. Entrevistas a escritores argentinos”.
04/05/2021