Un viejo lema izquierdista decía que “cuanto peor mejor”, es decir que cuanto peores condiciones de vida para las mayorías populares, las posibilidades para el cambio social se tornan óptimas. La historia fue demostrando la falacia de este razonamiento, y si lo aplicamos a los resultados electorales que se dieron ayer en España, esto se confirma aún más, con el contundente triunfo de la derecha.
España es uno de los centros neurálgicos de la crisis de la eurozona, que entró en recesión a partir de 2008, y donde aumentó considerablemente el desempleo, que hoy llega a los cinco millones de parados, con un fuerte impacto sobre su sistema financiero al borde del abismo. En la península fue creciendo un descontento popular que se expresó hace seis meses con el movimiento de los indignados 15M, que producían enormes movilizaciones a las Puertas del Sol en Madrid, y que podía ser interpretado como un ascenso que vaticinaba una situación política diferente, pero que en verdad no fue así. Si bien este movimiento se convierte en un borde de cuestionamiento concreto a las políticas de ajuste, en relación al acto eleccionario de ayer decreció significativamente, no pudiendo imponer el abstencionismo.
Un detalle no menor a tener en cuenta, con el aplastante triunfo de la derecha expresada en el Partido Popular, es la crisis de la socialdemocracia para dar cuenta de las nuevas crisis que viene soportando el capitalismo occidental, y que a su vez muestran su decadencia misma como perfil ideológico político para los años que vienen.
Desde 1977 cuando en la península retornó la democracia tras la larga noche falangista, nunca la derecha había logrado un resultado tan imponente como el de ayer, y vale resaltar que el Partido Popular en sus orígenes estaba formado por núcleos provenientes del franquismo.
Pero a pesar de todo, hay un dato a resaltar que es que tanto en Catalunya como en el País Vasco, triunfaron sendas fuerzas nacionalistas, la CiU (Convergència i Unío) y el PNV (Partido Nacionalista Vasco) respectivamente, ofreciendo un color específico en el mapa para responder a la crisis económica con dinámicas políticas específicas, diferenciadas de la del electo presidente Mariano Rajoy.