* Por Jesús Rojas
El domingo pasado ganó las elecciones Pedro Castillo, un docente rural y dirigente sindical. El triunfo expresa el malestar hacia el centralismo de Lima, y a décadas de maltrato hacia los pueblos de las provincias.
En las elecciones del domingo pasado el candidato de izquierda Pedro Castillo de Perú Libre dio el batacazo al obtener el 19.13% de los votos, colocándose en el primer lugar, seguido por Keiko Fujimori de Fuerza Popular con 13.35%, Rafael López Aliaga de Renovación Popular con 11.68% y Hernando De Soto de Avanza País con 11.59%. Más abajo aparecen Yonhy Lescano de Acción Popular, con 9,11% y Verónika Mendoza de Juntos por el Perú, con 7,84%.
Los seis candidatos anteriormente mencionados fueron los más votados. En los comicios compitieron 18 candidatos a la presidencia de los cuáles solo diez partidos pudieron conseguir representación en el parlamento. Los resultados muestran la irrupción de una izquierda provincia que se declara socialista y que sigue los postulados del Amauta: José Carlos Mariátegui.
El triunfo de Castillo podemos decir que, expresa en cierta forma, el malestar hacia el centralismo de Lima y a décadas de maltrato hacia los pueblos de las provincias. Perú no puede seguir siendo sinónimo de Lima, sino que tiene que ser pensado como un Estado plurinacional en el cual conviven distintas naciones. Son años de engaño y de hartazgo contra las injusticias que sufren en carne propia esos pueblos olvidados. Y eso se manifestó en las elecciones, fue un cansancio no solo a la derecha limeña sino también a la izquierda criolla, esa izquierda “ligth”, de clase media que siempre está acostumbrada a hablar en nombre de los pobres como si los oprimidos no tuvieran voz.
También se mostró una derecha que compitió dividida, de esta forma, los votos se fragmentaron impidiendo un mínimo crecimiento de cualquiera de esos candidatos. Ahora, teniendo en cuenta un nuevo panorama: ¿Se unificarán en el ballotage? Tanto De Soto quien fue asesor del régimen dictatorial de Fujimori y López Aliaga quien se enriqueció con el monopolio de los trenes durante los años 90´, seguramente se acercarán a Keiko para conforman y fortalecer un bloque de derecha que pueda dar pelea en la continuidad del mismo modelo económico iniciado por el fujimorismo.
Las elecciones no solo fueron presidenciales, sino que también se eligió a quienes van a conformar el Congreso. Como se sabe, el Perú era bicameral, pero se convirtió en un país unicameral luego del Autogolpe de Alberto Fujimori quien disolvió el parlamento. Actualmente, está compuesto por 130 congresistas que son elegidos por voto popular en los 27 distritos electorales. El año pasado en Lima se elegían a 36 legisladores, pero en esta oportunidad la capital pierde tres curules, debido a que dos escaños son para el nuevo distrito de peruanos en el Exterior, y uno para el distrito de Ucayali. A pesar de ello, Lima sigue siendo el lugar donde se eligen más parlamentarios, representando el 25% del Congreso.
El nuevo Parlamento estará compuesto por diez bancadas: Perú Libre (37), Fuerza Popular (24), Acción Popular (17), Alianza para el Progreso (15), Renovación Popular (13), Avanza País (7), Juntos por el Perú (5), Podemos Perú (5), Somos Perú (4) y Partido Morado (3). Será un Congreso muy heterogéneo que confrontará con el ejecutivo si en caso llega a ser presidente Pedro Castillo. “El modelo económico no se toca”, es una de las consignas de la derecha, y hace más de tres décadas que nadie tiene la osadía de transformarlo. ¿Castillo cederá a algunas cuestiones que le exigirá la derecha? Si no lo hace la derecha no titubeará y atacará sin tregua para desestabilizar a su gobierno y acelerar su precipitación.
“Hoy al pueblo peruano se le acaba de quitar la venda de los ojos” declaró el docente al enterarse de su triunfo en las elecciones. Cabe destacar que Castillo hizo una buena elección en las provincias más pobres del Perú y, de los 27 distritos electorales ganó en 16. En Ayacucho sacó el 45%, Huancavelica el 50%, Cusco el 30%, Cajamarca el 37%, Huánuco el 30%, entre otras. Sin embargo, en Lima no figura entre los cinco primeros lugares.
En la actualidad, Perú mantiene una economía reprimarizada, esto fue impulsada por la dictadura de Fujimori que impuso un modelo neoliberal, privatizando y concentrando la economía principalmente en capitales extranjeros. Para llevar adelante ese modelo se cambió la Constitución Política del Perú, que hasta la actualidad sigue vigente.
Sigue manteniendo el modelo primario exportador. A pesar de haber tenido diferentes presidentes ese modelo económico no se modificó, sino que se fue agudizando. La década de oro (2003 – 2013) casi duplicó el PBI con un crecimiento promedio de 6.4% o 7.1%. Pero ese crecimiento no estuvo acompañado de desarrollo, sino que fue un milagro falaz del que se beneficiaron los mismos sectores del establishment ya que el pueblo peruano no accedió a nuevos derechos y no significó avances en materia de educación, salud, empleo formal, desarrollo tecnológico, innovación e infraestructura, etc.
En ese sentido, la crisis sanitaria provocada por la pandemia no solo ha desnudado el fracaso del modelo neoliberal, sino que ha mostrado lo cruel y deshumano que es el sistema con los que no pueden pagar por su salud y, por ende, por sus vidas. En Perú se vive una situación muy compleja del empleo debido a que más del 70% de peruanos tienen trabajos informales sin tener acceso a derechos laborales.
¿Pero, quién es Pedro Castillo?
Es un docente rural y dirigente sindical de 51 años, en su adolescencia y juventud fue rondero en su pueblo, defendió sus territorios no solo de los ataques de Sendero Luminoso y el MRTA sino también del terrorismo estatal. Inició su carrera política a comienzos del 2004, participó casi dos décadas activamente en el partido Perú Posible, del expresidente neoliberal Alejandro Toledo (2001 – 2006), quien actualmente está procesado por corrupción.
En el 2017 se hizo conocido al encabezar una huelga de docentes durante tres meses por mejores condiciones salariales y de trabajo. En ese momento, lo vincularon con el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), brazo político de Sendero Luminoso (SL). Muchos medios salieron a estigmatizarlo de senderista para deslegitimar la huelga, pero él siempre negó tener relación con SL. Ese año se unió al partido Perú Libre, liderado por Vladimir Cerrón, un neurocirujano que estudió durante su juventud en Cuba, y que fue gobernador regional de Junín. Además, Cerrón fue parte de la lista a la vicepresidencia de Castillo, hasta que el Jurado Electoral Especial (JEE) declaró improcedente su candidatura por una sentencia vigente que existe en su contra.
Castillo tiene entre sus propuestas renunciar al sueldo presidencial, bajar a la mitad el salario de los ministros y congresistas, regular los medios de comunicación, incrementar del 3% al 10% del Producto Bruto Interno (PBI) el presupuesto tanto en salud como en educación, convocar a una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución de 1993 del régimen de Fujimori y también conformar un nuevo Tribunal Constitucional que sea elegido mediante consulta popular.
“Nos ratificamos para que, en el marco de una nueva Constitución, rescatemos los recursos estratégicos del Perú”, afirmó Castillo. Y planteó la nacionalización del gas de “Camisea” para que sea para todos los peruanos. Castillo representa una izquierda extraña, para algunos si llega a ser presidente su gobierno será una incertidumbre porque tomaría medidas económicas con intervención del Estado, pero en cuestiones de derechos civiles es conservador debido a que se posiciona en contra del matrimonio igualitario, el aborto y el colectivo LGTB.
Además, sostuvo que en la segunda vuelta se verá una competencia entre “ricos” y “pobres”. También hizo una convocatoria abierta para conversar con todas las organizaciones y movimientos sociales para conseguir su apoyo. Ahora, Castillo no solo competirá contra la hija del exdictador, sino contra toda la derecha más rancia representa en la figura de Keiko Fujimori, quien se encuentra en la disyuntiva que de perder la elección tiene que presentarse ante los tribunales para responder por cargos de lavado de dinero y podría ser condenada a 30 años de prisión o de ganar la presidencial podría quedar impune e indultaría a su padre.
¿Por qué el pueblo eligió a Castillo y no a Verónika Mendoza?
¿Por qué para el progresismo los resultados fueron inesperados? Juntos por el Perú (JP), el espacio en el cual participó Verónika Mendoza no tuvo la capacidad de entender al Perú Profundo y desplegó su militancia en las redes sociales acercándose más de cerca a una pantalla y alejándose cada vez más de la realidad, creyeron que eran la única opción posible que tenía vía libre y que podía pasar a segunda vuelta representando a la izquierda peruana. Las encuestas siempre posicionaban a Mendoza entre los cinco primeros lugares y JP se sintió muy cómodo con esa estadística. El problema que tuvieron es que no supieron leer que Verónika desde el año pasado nunca tuvo un crecimiento, sino que estuvo estancada en las encuestas oscilando entre el 5% y 9%. Eso no sucedió con el caso del candidato de derecha López Aliaga que desde diciembre empezó a ascender, lo mismo pasó con Pedro Castillo que desde febrero empezó a crecer abruptamente.
El surgimiento de Castillo era una amenaza para Mendoza debido a que las provincias no se sentían representados por la izquierda de Lima. Tanto el equipo de intelectuales de JP y sectores progresistas en su terquedad no quisieron ver ese ascenso ignorando, ninguneando y despreciando solapadamente el ascenso de Castillo. Argumentaban que Mendoza tenía el mejor equipo para conducir el Perú y que era la única que podía pasar a la segunda vuelta, incluso, algunos más osados recomendaban a los militantes de Perú Libre que voten al Congreso por su partido, pero para la presidencia debían de hacerlo por JP.
Consideraban que para Castillo pasar la valla sería un triunfo histórico debido a que nunca tuvieron parlamentarios y con humidad decían: “Para Verónika y para el Perú sería una derrota no estar en segunda vuelta”. ¿Pero, qué hizo Mendoza para poder estar en segunda vuelta? Pensó que el voto de izquierda ya lo tenía capitalizado como si fuera dueña, pero no se dio cuenta que era solo el voto limeño olvidándose de las provincias. En ese descuido y asesorada en que tenía vía libre para seguir creciendo poco a poco fue corriéndose al centro obteniendo un logro moderado y fue perdiendo el lugar que fue dejando vacío.
Para construir una organización hay que sembrar para luego cosechar ¿Qué hizo JP durante la pandemia, ¿qué hicieron sus militantes durante la pandemia? ¿Entonces, cómo pensaron cosechar? La organización se construye día a día y no solo en tiempos electorales, pero JP no entendió eso y no salió a organizar al pueblo sino a buscar sus votos, incluso, se mostraron como una izquierda clasista que reprime su racismo y desprecio al provinciano y al pobre.
Eso se expresó en la candidata de JP, Marité Bustamante, en el que se filtró un audio haciendo comentarios clasistas contra quienes viven en los cerros y enfatizando en que los votos que necesitan están en la “clase media”. “Yo lo tengo clarísimo, pero yo lo que necesito es que tengas voluntad, no de hacer una campaña de mierda en la que vayamos a visitar asentamientos humanos desperdigados del mundo”, se escucha en el audio.
El progresismo indeciso
Algunos acérrimos antifujimoristas siguen manteniéndose neutrales ante los resultados del domingo y pronostican un futuro de caos. ¿Por qué dudan en acompañar a Castillo? ¿Es en realidad que consideran a Castillo un radical o es una excusa para ocultar sin eufemismo su desprecio a ser gobernados por un campesino provinciano? “Sea Castillo o sea keiko, y yo creo que va ser Keiko, se nos vienen tiempos oscuros para el Perú”, dijo el periodista César Hildebrant. Con el escepticismo que lo caracteriza sostuvo que el voto del domingo fue “suicida”.
El problema es que muchos sectores progresistas están cayendo en el error de nivelar a Keiko Fujimori quien representa a la dictadura de su padre con un posible gobierno de izquierda elegido por voto popular. Algunos progresistas que recurrían al mal menor en las elecciones pasadas, ahora no encuentran en Castillo ese mal menor. ¿Pero porqué se decidieron por Pedro Pablo Kuczynski en la elección pasada? En el 2016 Keiko tuvo 39,86% del voto, Kuczynski tuvo 21,05 % y Mendoza tuvo 18,74 %.
En aquella elección los sectores progresistas no dudaron en acompañar al ultraliberal Kuczynski en el ballotage. ¿Pero por qué con Castillo no sucede lo mismo? ¿Si acompañaron a un candidato de derecha porqué se niegan a hacerlo por uno de izquierda? Hay sectores que, en realidad, camuflan su racismo y no pretenden acompañar a Castillo por su origen campesino, más allá de saber que tienen en frente no a la derecha sino a la dictadura del fujimorismo.
Otros están haciendo su análisis de que los resultados de Perú se debieron a la ausencia de votantes. En 2016 hubo más de 30% de ausentismo, son cifras similares solo que se diferencia que en la actualidad nos encontramos en pandemia. Hay sectores que en ese neutralismo se preguntan: ¿Qué sucedería si el voto blanco o nulo supera al 66.6%? Con esa tibieza recurren a especular con el artículo 184 de la Constitución que dice: “se declara la nulidad de un proceso electoral cuando los votos nulos o en blanco, sumados o separadamente, superan los dos tercios del número de votos emitidos”.
¿Qué hacer?
En momentos determinantes de la historia nadie puede ser neutral. Keiko es una amenaza para la democracia, por ende, votar nulo, en blanco o ausentarse es añorar la dictadura, la violación de los Derechos Humanos, el genocidio encarnado por Fujimori. Es simplemente votar por el fascismo. Hay que entender que votar por Fuerza Popular no es votar por un partido político sino es votar por una organización criminal que durante décadas le viene haciendo daño al Perú.
Por eso, el voto en blanco solo favorecerá a Keiko debido a que el voto antifujimorista que antes lo captó PPK no podrá ser capitalizado por Castillo. Por otro lado, la derecha ya está haciendo el juego sucio usando todos los mecanismos posibles para una guerra mediática con mentiras y difamaciones contra Castillo, lo tildaran como ya lo vienen haciendo de “comunistas” y harán lo que más saben hacer que es “terruquear” a quienes luchan por derechos y mejores condiciones de vida de todos los peruanos. En ese sentido, Keiko saldrá a buscar el voto “anticomunista”, lo cual no le será nada fácil conseguirlo, la única forma que ella pueda captar esos votos es que el pueblo peruano haya perdido la memoria de la dictadura de su padre.
Muchos saben que la política aborrece el vacío, el lugar que alguien no ocupa es llenado por otro. Por eso, los sectores progresistas y de izquierda tienen la obligación de no permitir que Keiko Fujimori llegue al Palacio de Gobierno e indulte a su padre. Eso sería una derrota moral para el pueblo peruano que costará muchos años en volver a levantarse. No queda tiempo para dilataciones, mezquindades, especulaciones ni mucho menos condicionamientos para acompañar a Castillo. Se tiene que actuar sin tibiezas ni neutralismo porque mientras uno espera el enemigo avanza.
“El pensamiento es pesimista y la voluntad es optimista”, nos decía el pensador italiano Antonio Gramsci. Bajo esa consigna los sectores progresistas tienen que dejar sus diferencias de lado y empezar a accionar contra el posible regreso de la dictadura. Son momentos determinantes donde hay que aprender de la historia y no volverla a repetir.
Hace unas décadas, durante la Guerra Civil Española los anarquistas y comunistas estaban divididos por algunos matices en sus ideas y se enfrentaban entre ellos. Sus mínimas diferencias programáticas los encegueció y no les permitió ver al enemigo en común que era el franquismo. Fue así como el dictador Franco masacró a esos grupos políticos y oprimió durante décadas al pueblo español.
Ese ejemplo es claro para entender que hay que cerrarle todos los espacios posibles para que no pueda permear la derecha. Ni una mínima abertura se le tiene que dejar. Hay que diferenciar el enemigo de los matices en las ideas. En ese sentido, Perú Libre tiene que tener la capacidad de ser amplio sin sectarismo para poder unificar a todos los sectores de izquierda y progresistas. El desafío estará en pisar fuerte en las calles y no empezar a reducir la lucha política solo al parlamento.
Serán tiempos duros donde la derecha golpeará en los errores de su oponente. Para que puedan perdurar en el tiempo la izquierda tiene que apoyarse en el pueblo movilizado. Los cuadros políticos no tienen que burocratizarse sino lidiar entre el parlamento y la lucha política en las calles, porque es, en ese ámbito donde se da la disputa por exigir nuevos derechos. La derecha ocupa los lugares que le dejan, un ejemplo claro fue el golpe institucional que se le dio a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quien se quedó sin el respaldo en las calles del pueblo brasileño.
Ahora, solo queda actuar y esperar hasta el 6 de junio que será la segunda vuelta. ¿Perú tendrá a un presidente campesino en su bicentenario? El pueblo tiene la palabra. Y esa palabra puede representar una ruptura con el coloniaje español.
* Periodista. Analista político internacional y militante social.
17/04/2021