La etapa inaugurada en 2003 está fuertemente marcada por varias cuestiones que son necesarias destacar para poner blanco sobre negro y analizar el momento que se viene. En principio surge como un dato saliente el crecimiento del Producto Bruto Interno en niveles que, a derecha e izquierda, son reconocidos como los mejores de la historia económica argentina. Una mejora sustancial en el nivel de ingresos de los trabajadores a partir de la apertura de las paritarias que se desarrollan año a año. Una revalorización del estado nacional como árbitro en los conflictos sociales, a partir de la intervención en la resolución de los mismos. La re-estatización de las cajas de jubilaciones que permite la posibilidad de desarrollar planes para asistir a los sectores más vulnerables (asignación universal) o sostener el sistema de jubilación en su conjunto. La re-estatización de Aerolíneas. Una mejora notable en los salarios docentes de las universidades nacionales y de los investigadores y científicos. La recuperación de la política como instrumento para la solución de los problemas de la sociedad. Una política de Derechos Humanos orientada a revitalizar el trabajo de los organismos de DD.HH. y de recuperación de la memoria colectiva. Una nueva ley de medios, la primera de la democracia, para ordenar el mapa de medios en el país y promover el desarrollo de los medios comunitarios. La ley de matrimonio igualitario y una fuerte presencia del estado regulando las actividades económicas en todo el territorio nacional. Un programa educativo para que ningún chico quede fuera del desarrollo tecnológico e informático a través del programa Conectar Igualdad.
Es una síntesis general que da cuenta de los rasgos generales del proceso político que vive el país. Las medidas afectan en forma directa e indirecta al conjunto de los sectores sociales. Se puede ver a simple vista que se incrementan los niveles de consumo de alimentos y electrodomésticos, o como crece la industria automotriz. Es un ciclo virtuoso que permite diversificar la economía y orientarla hacia una distribución más equitativa del ingreso. Todavía falta para llegar a la situación de 1975 donde la misma, meses antes del golpe de estado de 1976, era de un 50% y 50 % entre trabajadores y empresarios.
Con estos datos en la mano, se puede ver claramente que la discusión y el debate político a nivel nacional, en la Ciudad de Buenos Aires y en el resto del territorio no es económico, sino político e ideológico. Este ciclo virtuoso, sostenido fundamentalmente por un proyecto de carácter nacional y popular, se siente fuertemente en distritos como Berisso, donde el derrame del momento que vive el país deviene en obras públicas de trascendencia fundamental para el desarrollo local.
Esto que, se sobrentiende, es el resultado de un trabajo de gestión política de Enrique Slezack, no está presente en el discurso de aquellas fuerzas que pugnan por ganar las elecciones primarias y luego posicionarse en la lucha por la intendencia local. Sólo se pueden leer declaraciones y declamaciones con sesgo crítico, pero sin propuesta argumentativa. Decir por decir, lo pueden hacer hasta los cronistas de este modesto medio de información. La política es otra cosa, es una herramienta de transformación que opera con el pensamiento y la acción. Es el equivalente del martillo y el serrucho para un carpintero, que piensa como construir un mueble para luego accionar sobre la madera en estado natural. Las propuestas en política deberían tener ese sentido. El pensamiento y la política para la acción. Por ahora en la ciudad se ha escuchado muy poco de eso que un electorado, pretencioso, espera para saber como va a organizar su vida durante los próximos años.
Por otra parte las elecciones preliminares de agosto no son unas elecciones más, ellas suponen el intento de profundizar el proceso democrático a través de su modernización y la elaboración de nuevos mecanismos para la participación popular. Si las fuerzas políticas que intervienen no dan cuenta de ello, esta oportunidad histórica no tendrá el sentido que merece.