Pablo Micheli decidió desconocer el triunfo de Hugo Yasky en las elecciones de la CTA a nivel nacional y armó su propia central sindical para combatir lo que él entiende es la continuidad de las políticas de ajuste en el país. Hugo Moyano quiso incorporar hombres de su gremio en la lista de candidatos a Diputados Nacionales por el Kirchnerismo y cuando le dijeron que no decidió romper la alianza política que había tejido durante los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner y endurecer su postura frente al proceso político. Su papel durante los años más duros de la etapa neoliberal, había sido muy firme al denunciar el latrocinio que la clase política de entonces estaba cometiendo contra el conjunto de los trabajadores en el país. Eran tiempos del Movimiento de los Trabajadores Argentinos. De Luis Barrionuevo qué decir: paso de la complicidad con el ajuste más descarado que hayan sufrido los trabajadores durante el menemismo, a enunciar la necesidad de “parar de robar por dos años”.
No son una síntesis, sino una contradicción andante. Un amalgama de intereses contra puestos que disputan poder real. Poder material y concreto. Y no es al gobierno nacional al que deberían hacerle un paro, si es que de salarios se trata, sino a las grandes patronales que presionan para que esos salarios no suban y afecten sus niveles de rentabilidad. Porque son las empresas, de servicios, de transporte, las de mayor valor agregado, las que distribuyen desigualdades al interior de sus propios sistemas.
Capítulo aparte merecen los trabajadores estatales, los únicos autorizados a parar frente al gobierno por salarios, porque es el estado el que define en paritarias el nivel de ingreso de los empleados públicos. Allí puede tallar ATE en la nación y en las provincias en las que sus organizaciones territoriales han manifestado su desacuerdo por los valores de las paritarias salariales. El territorio bonaerense es el ejemplo. Aunque no todos sus afiliados acompañaron la medida. ATE está atravesada por líneas internas que tienen una interpretación distinta del proceso político y que incluso cuestionan fuertemente la conducción del estatal Micheli.
El paro tiene su agenda, respetable, aunque cuestionable por parte de la dirigencia que la convoca. El Momo Benegas, conspicuo dirigente gremial de los trabajadores rurales, no ha resuelto todavía la situación de los empleados precarizados del campo. Su contradicción más profunda, es la de apoyar a los sectores que con su garrote someten a los trabajadores que él debería representar.
Mensurar el paro, es como buscar una aguja en un pajar. La falta de transporte público y de combustible por el cierre de estaciones de servicio fue eficaz para detener voluntades. Analizar el discurso de los referentes puede resultar más sabroso, sobre todo si en la conferencia de prensa encabezada por Moyano, Micheli, Barrionuevo y Benegas, en la que evaluaron el alcance de la media de fuerza, no hubo referencias fuertes al capitalismo salvaje y a las corporaciones patronales que tanto han hecho para precarizar las condiciones de vida de los trabajadores.
Los medios, los que confrontan más fuertemente con el gobierno nacional, hicieron su negocio. La cantidad de horas destinadas a mostrar calles vacías, estaciones de trenes o paradas de colectivos sin gente, es decir una situación de tierra desolada, fue la mejor manera de construir la realidad que mejor se ajusta a sus intereses. Tanta ansiedad tenían en mostrar que el paro tenía contundencia y efectividad, que desde los primeros minutos de la medianoche las cámaras de televisión mostraban a los hinchas de San Lorenzo (tras jugar por Copa Libertadores frente al Botafogo) salir del estadio de fútbol en el medio de la desolación. El análisis del resultado del partido se mezclaba con comentarios sobre cómo iban a volver a casa si no había transporte público. Si el objetivo era esmerilar al gobierno, alguna astilla han sacado.
Antonio Grasmci, que había nacido en el seno de una familia muy pobre de la isla de Cerdenia, decía que había comenzado a trabajar cuando apenas tenía 11 años. Que ganaba 9 (nueve) liras al mes por cumplir una jornada de trabajo de diez horas, moviendo libros de registros que pesaban más que su propio cuerpo.
Lo hacía de lunes a sábados, e incluso hasta el mediodía del domingo. A la noche, recuerda, “lloraba a escondidas de mi madre” por el dolor y el agotamiento que el esfuerzo le acarreaba. Lo encarcelaron años más tarde, cuando ya graduado en la carrera de Filosofía y Letras, militó con fruición para fundar el Partido Comunista Italiano.
Fue encarcelado en enero del año 1926 por luchar contra el fascismo en su país. Durante su encierro, hasta el año 1937, apenas recibía libros y revistas con las que poder repensar el mundo. Sin embargo, dejó una obra cuya contribución política resulta incomparable: “Los cuadernos de la cárcel”. Murió ese mismo año, una semana después de cumplir con una condena infame.
En la Argentina de 2014 Barrionuevo y el Momo Benegas convocan a un paro. Los debates sobre los alcances de la medida de fuerza los hacen Santiago del Moro y Alejandro Fantino en los canales de TV.